viernes, 24 de septiembre de 2021

Los satélites de la Masonería.

 







Imaginen a la Masonería como un gran planeta, y a muchos satélites orbitando ese mundo. 

Este grupo ILEC, es un satélite de los tantos que tiene la Masonería, trabajan con bajo perfil. 

Fue creado con un solo objetivo, atacar a la IGLESIA CATÓLICA

Lo hacen por medio de presentación de proyectos de leyes, por ejemplo sacar todas las imágenes sagradas del ámbito público. Y en algunos casos lo lograron. 

Está plagado de políticos y de abogados. Busquen en Internet, hay vídeos y publicaciones donde muestran lo que son y cuál es su objetivo. Todo es información pública.

domingo, 29 de agosto de 2021

¿A quién creéis, a la Iglesia o a la masonería? (Año 1950)


 


   En una reciente Pastoral de Su Eminencia el Cardenal Juan Gualberto Guevara, Arzobispo de Lima, fechada el día siete de febrero del presente año, se recuerdan de nuevo los graves peligros que para el dogma y la moral, y, por ende, para la sociedad, encarna la masonería.

 

   Cita el eminentísimo Prelado las diversas condenas dictadas contra la secta por diversos Pontífices, a partir de Clemente XII, y hace constar que en el Concilio de los Obispos americanos celebrado en Roma en el año 1899 –año de la Consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús , se previno a los fieles que no se dejasen sorprender “con el engaño de que la masonería no es peligrosa en todas partes ni en todos los tiempos, y, por lo tanto, es necesario distinguir entre masonería y masonería. El Concilio –añade el Cardenal Guevara–, poniendo atajo a este falso rumor, afirma categóricamente que la masonería fué y continúa siendo perniciosa para la humanidad, hoy como ayer, y en cualquier parte donde se establezca”.

   Resume Su Eminencia en siete apartados lo que sobre la masonería han enseñado los Papas, y pone de manifiesto cuán grande es el delito de ser masón, y cuánto han de temerse los estragos de la secta, cuando la Iglesia lo sanciona con la pena máxima que es la excomunión.

 

   Termina la Pastoral con las siguientes palabras: “No abrigamos prevención contra nadie, simplemente defendemos la verdad y ponemos un atajo al error y a la materia. A vosotros toca ahora cumplir vuestro deber. ¿A quién creéis, a la Iglesia o a la masonería? ¿Quién es vuestra Maestra en este intrincado asunto en el que se juega la suerte de la Religión y de la Patria? ¿La Iglesia, respondéis? Bien está; pues seguid las normas de la Iglesia, escuchad su voz y someteos a sus mandatos.”

   J. O. C.

 

“CRISTIANDAD” N° 148 Año VII

15 de mayo de 1950


martes, 3 de agosto de 2021

Conclusiones del Congreso Antimasónico Internacional de Trento – Por el Padre Alberto Ezcurra Medrano.


 



El 26 de septiembre de 1896 se reunió en Trento el Primer Congreso Antimasónico Internacional. Fue presidido honorariamente por numerosos obispos y arzobispos de Europa y América, siendo su presidente efectivo el Príncipe Carlos de Lowenstein.

   Las conclusiones a que llegó el mencionado Congreso fueron redactadas, luego de una brillante exposición, por el sabio Profesor Vicente Longo, después de haberse ocupado durante más de veintidós años del problema masónico y de haber estudiado más de ciento cincuenta obras oficiales masónicas. Todas sus afirmaciones, pues, fueron probadas por citaciones y documentos auténticos de la propia Masonería. “Ningún desmentido ha podido producirse después del Congreso para defender la Masonería de las acusaciones que la Sección ha formulado contra ella, lo que prueba una vez más que la Sección ha juzgado exactamente al adversario” (Actes, t. II, pág. 51).

   La Masonería, que recibió la noticia del Congreso con sarcasmos y amenazas, se amedrentó ante la profundidad del ataque, incapaz de una refutación seria, se llamó a silencio, pretendiendo ahogar en él las conclusiones del Congreso.

   Hemos creído conveniente dar a conocer aquí dicho documento, que a pesar de su interés e importancia, no ha tenido la difusión que merece.

 

CONCLUSIONES

 

Primera Sección

 

   Doctrina Masónica. Respuesta a las cuestiones examinadas por la Sección.

   1) ¿Cuáles son las doctrinas religiosas en las cuáles se ha inspirado la Masonería?

 

   A esta cuestión, apoyándose en la autoridad oficial que ha sancionado las doctrinas contenidas en más de 150 volúmenes de obras masónicas, volúmenes que han figurado en la pequeña exposición del Congreso de Trento, se ha declarado por unanimidad.

   Que las doctrinas religiosas y filosóficas reproducidas y propagadas por la Francmasonería son las doctrinas phalicas de los antiguos Misterios de la India, de la Persia, de la Etiopía, del Egipto, de la Fenicia, de la Grecia, de los Romanos, de los Druidas; y, después del Cristianismo, de los Gnósticos, de los Maniqueos, de los Albigenses, de los Pataros y otros semejantes, de los Templarios, de los Filósofos del Fuego o Alchimistas o Rosacruces.

   Estos últimos, el 24 de junio de 1717 fundaron la Masonería en su símbolo actual, para perpetuar bajo su nombre el culto del Phallus, llamado asimismo Naturalismo, o culto de la Naturaleza. Por esto la Masonería se define a sí misma, por boca de la Gran Madre Logia de todas las logias del mundo, Madre Logia de Inglaterra: “La capacidad de la naturaleza, la inteligencia del poder que existe en la naturaleza en sus diversas operaciones”. “En cuanto es la capacidad de la naturaleza, se define por esa simple palabra Luz, la luz por excelencia que ilumina a todo hombre que viene al mundo.”

   “En cuanto es la inteligencia del poder que existe en la naturaleza, se define: “La ciencia que abraza todas las ciencias, sobre todo la ciencia del hombre: “Nosce te ipsum” (Conócete a ti mismo).”

   “Y en cuanto es la variedad de las operaciones de la naturaleza, se proclama: “Un hermoso sistema de moral, bajo el velo de las alegorías y el adorno de los símbolos”.

   “En fin, para resumir, en pocas palabras las precedentes definiciones: “Ella es la ciencia del Santo Nombre de Dios, de la palabra Jehováh, pronunciada e interpretada en logia por Hi-Ho, que quiere decir El-Ella, los dos sexos, las dos potencias generadoras”.

 

   2) ¿Cuáles son las relaciones de la Masonería con el Satanismo?

 

   Respecto de las relaciones de la Masonería con el Satanismo se convino por unanimidad que la simple Masonería o Masonería de los tres primeros grados, de Aprendiz, de Compañero y de Maestro, hallándose como se halla, común y necesariamente dividida en exotérica y esotérica, es decir, que sus miembros, ignorando como ignoran, en su mayor parte, la significación de sus símbolos, y, por consiguiente, no hallándose todavía moralmente preparados y dispuestos para un comercio físico y sensible con los espíritus, o bien con Satán, no existe esta relación bajo el punto de vista físico o sensible entre la Masonería común y los espíritus. Bajo el punto de vista moral e intelectual, sin embargo, tienen una perfecta relación con el satanismo, puesto que es una asociación que se llama a sí misma “Dios”, o como la define Mazzini, “Ecclesia Sancta Dei”, entendiendo por este Dios, a Lucifer o el Sol, principio de la generación material universal.

   Que, en fin, los Maestros de la simple Masonería, bien distintos por sus símbolos y por la separación de sus reuniones, de los Aprendices y Compañeros, a los cuales no les son explicados sus símbolos, pueden practicar, si quieren, el Arte Hermético o negro, la Magia, bajo el nombre de Masonería Sacerdotal, supuesto que por el hecho mismo de ser Maestros, son sacerdotes de Satán, representado en todas las logias simbólicas por la Estrella flamígera o flamente.

 

   3) Las diversas doctrinas profesadas, al menos en apariencia, por los masones ¿tienen una relación entre ellas? Y si la tienen ¿cuál es?

 

   A esta cuestión se ha unánimemente respondido que las diversas doctrinas públicamente profesadas por los masones bajo los diferentes nombres, se resumen en el Masonismo “por el todo en el todo” o en el Dios Gran Todo del Panteísmo idealista y del Materialismo bajo el nombre de ciencia positiva o Positivismo.

   Que esas doctrinas, en el lenguaje simbólico universal de los masones, reciben de ellos el nombre de “Masonería ostensible a los profanos”.

   Que tienen entre ellas una íntima relación, en cuanto todas identifican al universo con Dios.

   Que provienen todas de la Masonería, escuela y seminario de ateísmo.

   Que su relación consiste únicamente en la sustitución del concepto de un Dios generador del Universo, al concepto cristiano del Dios creador del Cielo y de la Tierra.

   Y que esta institución se halla indicada en la Masonería por el nombre del Arquitecto del Universo, aplicado a Dios. Y el Arquitecto supone la preexistencia o la coexistencia de la materia sobre la cual debe ejercerse la arquitectura y emplearse los instrumentos para ponerla en obra.

 

   4) ¿Cuál es el fin de la Masonería?

 

   A esta cuestión, después de una larga discusión, se ha respondido unánimemente: Que el objeto de la Masonería es la destrucción universal en el orden físico, intelectual y moral.

   a) En el orden físico, o de la existencia, puesto que la Masonería ha divinizado la muerte o la destrucción universal, sustituyendo a la Santísima Trinidad Cristiana por la Trinidad india de un Dios Generador, Destructor y Regenerador, representado por su Triángulo, realizado en el Cosmos por el principio general según el que “mors unius est generatio alterius” (la muerte de uno es la generación del otro), y viceversa, sucesiva y eternamente, y puesto en práctica por los masones con grave perjuicio de la sociedad humana, bajo los especiosos nombres de lucha por la vida, revolución perpetua y progreso indefinido.

   b) En el orden moral, el objeto de la Masonería es la destrucción universal, puesto que deifica el principio del mal, y con él, todos los vicios bajo el nombre de todas las virtudes.

   c) En el orden intelectual, su objeto es la destrucción universal de la verdad, por la profesión explícita y necesaria del secreto, de la mentira, del perjurio y de la blasfemia cotidiana.

   En una palabra, resumiendo todo lo que precede, se ha concluido que así como apagando u oscureciendo, en cierta manera, el Sol, los que cierran los ojos a su luz, apagan y oscurecen la vida, el orden y la belleza del Universo; los masones, falseando el concepto cristiano de un Dios Creador, por la sustitución del concepto de un Dios Generador, tienden a la destrucción universal, visto que en todos los ritos simbólicos y en todas las ceremonias religiosas profesan la adoración y el culto del maldito pecado mortal en acto, “per peccatum mors”; y visto que adoran la rebeldía universal de Satán y la lujuria infinita de la humanidad, que son el Alpha y Omega de su dios, la Destrucción.

 

SEGUNDA SECCIÓN

 

Acción Masónica. Definiciones.

Táctica masónica (CÓMO JUEGA LA SECTA SUS DOS GRANDES ALAS NEGRA Y ROJA) – Por F. Ferrari Billoch. Año 1939. (IIa Parte)


 



   COMENTARIO NUESTRO: Estas dos últimas publicaciones nos muestran como el marxismo, actúa con un manual en la mano y quienes en última instancia, los financian y hasta los dirigen. Sus estrategias ya fueron escritas y puestas en práctica. Tienen mucha experiencia haciendo el mal (odio y terror para implantar el miedo). Y hoy en 2021 siguen el mismo libreto. Sin importar el país que quieran destruir. Y siempre, el objetivo es el mismo, la Iglesia Católica, la sociedad cristiana, porque es el único obstáculo,  y por qué NO SÓLO ES UNA BATALLA TERRENA, SINO QUE TAMBIÉN SE LIBRA EN EL PLANO ESPIRITUAL. No dejen de leer las publicaciones que hicimos sobre las “Dos banderas” es sumamente importante que lo lean y lo asimilen. Vamos al libro. 

 

   Bela Kum, el fatídico agente soviético, desencadena el terror en Hungría. — Ciento treinta y tres días de crímenes y de sádicas torturas. — Cómo se llegó a la dictadura de los Comisarios del pueblo. —La Masonería, a través de la socialdemocracia, da paso a la ola roja. —La brutal ferocidad de los asesinos comunistas. — Estadística de pesadilla.

 

   Por los periódicos anda estos días, con gran revuelo, la noticia de que Bela Kum se halla en España. Por lo visto ha desembarcado en Cádiz, como agente del Komintern, con un millón de pesetas, dispuesto a repetir la locura roja de Hungría. Un enviado de «Le Matin» afirma haberse entrevistado con él en cierto lugar de Barcelona.

   Auténtica o no la noticia — todos sabemos que el agitador soviético ha estado en la U. R. S. S. algún tiempo meditando sobre sus errores técnicos y perfeccionándose en los métodos de los grandes jefes de la revolución mundial —, Bela Kum (1) puede servirnos como aglutinante en esa borrosa frontera que separa el comunismo de la Masonería. Desde luego, la línea divisoria no existe. Existe, sí, una zona de penumbra que todos «ellos», claro, se esfuerzan en llenar lo más posible de bruma para escamotear el contacto, el puente que enlaza la MASONERIA NEGRA con la ROJA.

   Claro que este contacto existe. ¡Naturalmente! Ya demostré, con documentos oficiales (2), cómo funcionan las logias bajo el signo de Carlos Marx, con fuerzas de CHOQUE; cómo marxistas y judíos nutren los cuadros de las organizaciones masónicas; cómo... Pero dejemos esto para el momento oportuno.

   Volvamos a Bela Kum, que es quien ahora nos interesa, y veámosle de jefe del Gobierno rojo húngaro. Con detalles de su actuación, con toda su monstruosa ferocidad de émulo de los paranoicos de la Revolución francesa.

 

   (1) Desgraciadamente, acordada por el Komintern la provocación de la revolución comunista española, Bela Kum, cuyo verdadero nombre es Aron Cohn, ha podido andar libremente por la Península con el siniestro plan de preparar el terreno para la instauración de un régimen de terror, tal como implantó en Hungría. No es él quien únicamente prepara la tragedia española. Como colofón al 16 de febrero, Rusia ha mandado cerca de un centenar de agitadores especializados, que hallan ya un camino trillado. ¿Qué saldrá de esas andanzas de Bela Kum, Ovsenko, Borodin, Neumman?... Esos especialistas andan de un sitio a otro, poniendo su planta en los más apartados rincones del mundo para provocar terribles catástrofes revolucionarias. ¡Dios salve a España!

   (2) Véase «La Masonería al desnudo».

 

 

¡Siempre la funesta social-democracia! — Paso a la ola roja.

 

¿Cómo subió al Poder Bela Kum?

martes, 13 de julio de 2021

Masonería Roja – Por F. Ferrari Billoch. Año 1939. (I° Parte)


 


“Sois parásitos de la anarquía; no la podéis contener porque es vuestro sustento y vivís de ella”. Calvo Sotelo.

“República, espíritu revolucionario y socialismo están, indudablemente, ligados”. H.: A. Levey, Grado 33.

 

  

   Vamos a entrar—ya es hora—en lo que podríamos llamar parte práctica, la realidad, de toda esa serie de zarandajas rituálicas, ceremonias seudorreligiosas, tan ridiculas como pintorescas, con que en los talleres se deslumbra a las almas inferiores.

   El consorcio judíomasónico ha extendido su red de organizaciones tenebrosas ¡y ahí está, en las logias, la cuerda de nudos que enlaza las columnas del templo, símbolo de la cadena que aprisiona al mundo! —; vamos a ver los trágicos efectos de esta red de células clandestinas reflejadas en el aspecto social.

   Sin reparar en medios ni en procedimientos — uno de esos medios es reclutar gentes carentes de sanos principios, bajo las fórmulas amables, liberaloides, de las logias —, el consorcio judíomasónico labora en la sombra para llegar a la destrucción de la civilización occidental.

   La civilización cristiana es el único obstáculo serio que se opone a la implantación de la tiranía judíomasónico. El mundo no caerá aherrojado, esclavizado, a sus pies, hasta borrar de la conciencia de las generaciones el signo excelso de la CRUZ. He aquí lo que se propone.

¿Medios?

   Uno, las logias; otro, agitando esa otra gran ala de la Masonería, el ala roja, que elabora bajo un signo supremo:

   LA LUCHA DE CLASES.

   Y he aquí el secreto de su táctica criminal:

   Mueve una u otra ala según el tiempo y las circunstancias. EL GRAN MONSTRUO ha desplegado sobre la Tierra dos grandes EJERCITOS, alas monstruosas de ese vampiro insaciable diseñadas a través de las maquinaciones del SANEDRIN. El las mueve y las hace jugar con una ciencia diabólica, con procedimientos criminales. De engaño, de hipocresía también...

   Veamos:

   Ante un Estado autoritario, potente, fuerte, con régimen de paz y prosperidad nacional — cada ciudadano, en sus ocupaciones: el obrero, en el tajo, en la fábrica; el funcionario, en su oficina; en sus profesiones liberales, la clase media...—, el GRAN MONSTRUO mantiene en reserva su ala ROJA y mueve con cautela, con procedimientos ladinos, subterráneos, el ala NEGRA de sus ejércitos: en el antro de las logias conspiran los hombrecitos del triángulo.

   Conspiran contra todo. Contra lo divino y contra lo humano, ignorantes, la mayoría de las veces, del origen de la consigna que están obligados a acatar y cumplir.

   En la calle, también mediante procedimientos arteros — ¡oh, salen bien aleccionados de las «tenidas»! —, van formando un falso ambiente, que los papanatas y los inconscientes contribuyen a enrarecer, sin sospechar que hacen el juego a las maquinaciones de la secta maldita. Acude en su ayuda la Prensa siniestra: se pide a través de unas violentas campañas de injurias y de miseria moral, libertad, democracia, liberalismo... Cuando todo se ha derrumbado — y está a punto de perderse todo, ¡hasta el honor!—, el GRAN MONSTRUO, al amparo de los banderines liberaloides, despliega las guerrillas de sus jaurías ROJAS (*). Es la misma línea de procedimiento revolucionario que ya preconiza Lenín en su obra «Dos tácticas»: «Para esa lucha titánica debe tener (el comunismo) el camino libre, debe servirse de todas las armas a su alcance. La democracia, la plena libertad política, son sus mejores armas».

   Es entonces cuando una ola de odio y de rencores desatados, estimulados por todos los venenos de las campañas demagógicas, invade la Nación. El marxismo, con sus puños crispados y sus crímenes, se enseñorea de la calle.

   Es la lucha de clases, dirigida ya, no desde las logias, sino desde Moscú. Y en el ámbito nacional —angustia y caos en la economía— se produce la gran tragedia de los atentados, huelgas, sabotajes, rebeliones, movimientos anárquicos... ¡Es la REVOLUCION EN MARCHA!

   LA MASONERIA ROJA ha sucedido a la MASONERIA NEGRA.

   Y los hombrecitos grises, que en las «tenidas» veían satisfecha su vanidad con un mandil y unas bandas bordadas primorosamente y unos cintajos policromos, y hacían prácticas de oratoria barajando frases hueras entre alharacas a unos postulados imposibles, se ven de pronto en la responsabilidad del Poder. Los últimos estratos se han elevado a la superficie. Es una ley que se cumple en todas las conmociones revolucionarias. ¡Ah! La secta cumple sus compromisos y satisface el pagaré. Pero esos hombres son más esclavos que nunca.

   «Sois parásitos de la anarquía —ya les dijo Calvo Sotelo desde su escaño, con la frente alta y la coraza de su prestigio de hombre de alta mentalidad —; no la podéis contener porque es vuestro sustento y vivís de ella».

   Les dijo. Mientras tanto, iba señalando tantísimos casos que se salen de la esfera de los conflictos sociales para entrar en los límites del Código Penal, de la criminalidad y de la delincuencia.

   Y es que son peleles manejados por los hilos invisibles de los PODERES OCULTOS, figurones de un reinado efímero que cualquier día desaparecen de pronto por el escotillón del olvido.

   Así son todos. Así, yo vi una madrugada en el ambiente bohemio del Café Castilla, ocupando modestamente una mesa en un rincón, a Kerenski, dueño un día de un pueblo de 160 millones de almas.

   Pero así son los hombres que hace y deshace la revolución.


“ENTRE MASONES Y MARXISTAS…”

 

 


sábado, 19 de junio de 2021

Los judíos y la francmasonería – Por el Pbro. Julio Meinvielle.


 



 

   Ahora bien, con esta ilusión se introducen en la Cristiandad los judíos, medio a escondidas. En los ghettos han preparado las herramientas para la obra, demoledora que ahora pueden emprender dentro de la misma Cristiandad.

   ¿Qué tienen que hacer ahora? Tienen que echar a rodar por el mundo de los cristianos ideas de rebelión que rompan esa armadura de Sociedad Medioeval, tan fuertemente consolidada, y sobre todo terminar con estos dos puntales de la Sociedad Cristiana: el altar y el trono; el Papa y el Rey. Para ello tienen preparada una fórmula magnética que va a deslumbrar y subyugar las multitudes de una sociedad en cierto modo agitada y turbulenta por culpa de ese trono y de ese altar que, olvidando que en el reino de Dios toda grandeza es una grandeza de servido, porque el Papa y el Rey están sobre todos para servirles a todos, han canalizado el poder.

   Una fórmula de tres palabras va a enloquecer al mundo: ¡Libertad, Igualdad, Fraternidad!

   Pero ¿cómo lanzarlas al mundo para que se hagan substancia en la carne de los cristianos, sobre todo sabiendo que basta que aparezca el sello judaico para que sean rechazadas?

   Muy sencillo para esta raza conspiradora por naturaleza. Las hará germinar y aclimatar primero en conciliábulos secretos, donde se agruparán todos los ambientes de una sociedad en descomposición.

   Y así los turbulentos, y agriados por el espíritu de rebelión, con el cerebro delirando concepciones e ideas de transformación mundial, apañados por aristócratas no menos ambiciosos, se reunirán en “logias secretas” de la Francmasonería.

   En esas tenebrosas sectas, bajo la apariencia de ritos y fórmulas judaicas inofensivas, con el pretexto de “trabajar por el mejoramiento material y moral en el perfeccionamiento social e intelectual de la humanidad” (E. Plantagenet, La Franc-Maconnerie francaise), se buscará destruir cuanto la Iglesia Católica había hecho en el mundo. (A. Preuss, Etudes sur la F. M. Américaine).

   No se crea que el problema de la Masonería es un fantasma que se agita para explicar lo que no es sino resultado de fuerzas naturales. Basta decir que hay pruebas abundantes y sólidas de la acción mortífera de estas sectas corruptoras.

   Son éstas, sobre todo, los documentos masónicos incautados, como los del “Iluminismo de Baviera”, caídos en manos de la Policía en 1785, y que el abate Barruel aprovechó para escribir sus Mémoires pour servir a l´histoire du Jacobinisme, 1798; los de “La Alta Venta Romana”, llegados a poder del Vaticano en 1845, y de los que se ocupó Crétineau Joly en su libro La Iglesia Romana frente a la Revolución; más recientemente los de los Archivos masónicos de Budapest, incautados en 1919 cuando la caída de Bela Kun en Hungría.

   Pero aun sin recurrir a estos documentos, basta recoger las afirmaciones insolentes y cínicas de los mismos francmasones que hoy se sienten orgullosos de sus gestas perversas.

   Las palabras con que el francmasón Bonnet resumió los triunfos masónicos en el Congreso Masónico del Gran Oriente de Francia en 1904 son muy ilustrativas.

   En el siglo XVIII —dice— la gloriosa generación de los enciclopedistas encontró en nuestros templos un auditorio fervoroso que, entonces solo, invocaba la radiante divisa, desconocida por la muchedumbre; Libertad, Igualdad, Fraternidad. La semilla germinó pronto.

   Nuestros ilustres H. H. D'Alembert, Diderot, Helvecio, Holbach, Voitaire, Condorcet terminaron la obra de evolución espiritual y prepararon los tiempos actuales.

   Y cuando se desplomó la Bastilla, la francmasonería tuvo el honor supremo de dar a la humanidad la carta que había elaborado con amor.

   El H. La Fayette es el primero que presentó el proyecto de una declaración de los derechos naturales del hombre y del ciudadano que vive en sociedad, para formar con él el capítulo primero de la Constitución. El 25 de agosto de 1789, la Constituyente, de la que más de 300 miembros eran masones, adoptó definitivamente, casi palabra por palabra, como se estudió largamente en las logias, el texto de la inmortal declaración de los derechos del Hombre. En esta hora decisiva para la civilización la francmasonería francesa fue la conciencia universal, y en las improvisaciones e iniciativas de las Constituyentes no cesó de aportar el resultado reflexivo de las elaboraciones de sus talleres.

   Hasta aquí el francmasón Bonnet. Otros dos autores, Cochin y Charpentier, que coleccionaron los documentos de los archivos municipales y nacionales de Francia, han podido escribir que desde 1787 a 1795 no hay ni un solo movimiento popular, excepto el de la Vendée, que no haya sido movido y organizado en los más insignificantes detalles por los Jefes de una organización secreta, que actuó en todas partes del mismo modo, haciendo ejecutar sus órdenes a la voz de mando.

   ¿Y quién creó y quién comandaba las multitudes de logias que infestaban el suelo de Francia?

   El judío Isaac Wise nos da la respuesta en “The Israelite” del 3 y 17 de agosto de 1855: La Masonería —dice— es una institución judía, cuya historia, reglamentos, deberes, consignas y explicaciones son judías desde el comienzo al fin, con excepción de alguna regla secundaria y algunas palabras en el juramento.

   Y por los numerosos documentos secuestrados de los Archivos masónicos de Budapest en 1919 (La Franc-Maconnerie en Hongrie, Preface de Charles Wolf, Budapest, 1921) aparece claro que la masonería es una obra eminentemente judía. Así, por ejemplo, el libro que contiene la Constitución de la Gran Logia Simbólica de Hungría, impreso en Budapest en 1906, lleva la fecha de la era judía 5886. El texto de los votos pronunciados por los miembros está concebido en lengua hebraica. Las consignas, que cambian cada seis meses o cada año, son igualmente hebreas. La lista publicada al fin del libro nos muestra que el 92% de los miembros de las Logias son judíos; no son sino nombres como Abel, Bloch, Berger, Fuchs, Herz, Levy, Pollak, Rosenthal, Schon, etc., o bien nombres judíos magiarizados como Kun, Kadar, etc. (Ver Mons. Jouin. La Judeo-Maconnerie et L’Eglise Catholique).

   La afirmación de Gougenot des Mousseaux (Le juit et la judaisation des peuples, 1869) de que en el Consejo universal y supremo, pero secreto, de la Masonería, compuesto de nueve miembros, se han de reservar cinco asientos para los representantes de la nación judía, no es tan peregrina.

 

“EL JUDÍO”

La teología en defensa del catolicismo.

AÑO 1959 (3ª Edición)

 

La primera edición de la presente obra, se publicó en el “año 1936”


jueves, 20 de mayo de 2021

La masonería – Por Rubén Calderón Bouchet.


 



Nota Nuestra: Esta publicación sobre la masonería tiene una visión filosófica-católica. Por lo que para ciertos lectores les puede parecer una lectura un tanto árida.

 

   Se puede decir muchas cosas acerca de la existencia y de los planes secretos o menos secretos que sostiene esta misteriosa sociedad. Se puede hablar de ella con o sin conocimiento de lo que se dice y exagerando, aquí y allá, su valor, su influencia y la antigüedad de sus orígenes. Una cosa es cierta y es que surgió con gran energía a partir del siglo XVIII y se fue transformando a la par de los acontecimientos revolucionarios para tener en sus manos la conducción de la mayor parte de los gobiernos europeos y americanos. Nadie ignora sus raíces gnósticas y cabalísticas, ni la indudable influencia que tuvo en el crecimiento de la mentalidad ideológica, liberal en sus comienzos pero que a poco andar tomó, en algunos de sus sectores, un sesgo decididamente socialista.

 

   Sería pueril atribuir a todos sus miembros una unanimidad en el pensamiento y la acción que no suele ser el privilegio de quienes combaten, antes que nada, por intereses ligados al poder. No obstante las discrepancias estratégicas y tácticas que pueden existir con respecto a los métodos para lograr sus propósitos y a los hombres que pueden integrar sus cúpulas dirigentes, tienen un enemigo común: Cristo y todo cuanto, en alguna medida, favorece la explosión de una espiritualidad cristiana y, en consecuencia, de una mentalidad favorable a una concepción realista del orden natural y a eso que la escuela morraciana y positivista llamaron la física social. Por supuesto que un orden natural concebido en esos términos alienta una concepción del mundo fundamentalmente teonómica y la masonería, desde su iniciación, ha combatido por la imposición de un antroponomismo decidido.

 

   En pocas palabras, estos movimientos masónicos se propusieron, desde el instante mismo de su nacimiento, dar una visión naturalista de la revelación y crear una sociedad que tuviera la responsabilidad de una versión puramente humana de la obra de la redención. El nuevo poder redentor sería, al mismo tiempo, político y eclesiástico. La política tomaría a su cargo el papel liberador de la Iglesia mediante la impartición de una doctrina laica infalible para desterrar, definitivamente, los errores provenientes de la superstición. Predicaría una ética que librara al hombre de los tabúes impuestos por la moral cristiana y procuraría la implantación de una justicia social que desterrara para siempre la miseria.

 

   Estos tres objetivos: ilustración, liberación y riqueza económica venían junto con la santa trilogía revolucionaria de la igualdad, libertad y fraternidad. Para alcanzarlos se imponía luchar contra todos los cuerpos sociales que son el resultado de las desiguales aptitudes en el curso de la historia y al mismo tiempo anti-cuerpos indispensables para defender los organismos comunitarios contra el ataque disolvente de las consignas revolucionarias.

 

   Ambos enemigos: la Iglesia Católica y los naturales cuerpos intermedios del orden social, dan a las fuerzas masónicas una unidad en sus directivas que sería muy difícil encontrar en asociaciones que luchan por la fe común. El odio crea una suerte de infalibilidad al revés que da a sus ataques una certeza admirable para golpear al adversario en sus puntos débiles.

 

   Esta certeza para señalar los desfallecimientos del enemigo ha sido observada con asombro por los cristianos más inteligentes y atentos a los ataques de la masonería, por esa razón cuando tienen alguna duda con respecto al valor de un movimiento que aparenta defender las puestas católicas, averiguan lo que dicen de él las publicaciones masónicas o comunistas y tienen la plena seguridad de que si piensan mal de esa corriente de pensamiento es porque es buena y han percibido ese valor con la agudeza de su rencor vigilante.

 

   Guénon decía que en sus comienzos las sociedades masónicas cultivaron ciertos conocimientos esotéricos que por su índole debían permanecer en el secreto de algunos pocos hombres especialmente preparados para comprenderlos con armonía y equilibrio. Estos «iniciados», para darles el nombre que conviene a los adeptos de una «gnósis», conocían verdades reveladas por poderes ocultos que les permitía alcanzar una perfección en el conocimiento y la operación, de la que el común de los hombres no tenían la menor idea. Guénon, como otros privilegiados por el cultivo de saberes ocultos, no dice nada acerca de su origen, ni de su contenido. Tampoco prueba a lo largo de sus reflexiones inevitablemente exotéricas, que posea una ciencia capaz de superar los límites de una excelente inteligencia. En otras palabras, Guénon prueba saber lo que sabe una buena cabeza formada en la universidad de Francia, luego de haber cursado estudios de lenguas orientales, con especial atención a los escritos de la tradición sánscrita y muy probablemente también cabalística. Da a entender, en el calor oscuro de algunas insinuaciones más o menos sibilinas, que posee la clave de una ciencia profunda, tradicional, de la cual las religiones por nosotros conocidas, son la expresión «ad usum populi», adaptadas en cada circunstancia, al temperamento y las aptitudes metafísicas de los distintos pueblos.

miércoles, 12 de mayo de 2021

Los dos estandartes – Por Monseñor León Meurín. S. J.


 



   Es extraordinario que, siendo la Kabala y el Talmud originarios de Babilonia, coloque San Ignacio, en su meditación sobre “los dos estandartes”, a las fuerzas del infierno, alistadas bajo el estandarte de Lucifer “Príncipe de este mundo” (Juan: XII, 31). En una vasta planicie cerca de Babilonia, en tanto que las fuerzas del ejército del cielo se encuentran bajo la bandera de Nuestro Señor Jesucristo, en una llanura cerca de Jerusalén. Luego nos representa al Príncipe de los réprobos en las planicies de Babilonia (que significa Confusión), sentado en un trono de fuego (su elemento) rodeado de un humo espeso, o sea de mentiras, alegorías y símbolos cegadores y engañosos, extendiendo el terror cabe él, por la horrible deformidad de sus rasgos (véase el Baphomet) y sus miradas terribles (escúchese el estruendo de los gritos de venganza en las logias).

   Nota Nuestra: En una librería de segunda mano hace muchos años, puede hablar con un joven, yo andaba en busca de libros sobre masonería, el joven me escucho preguntar al librero si tenía algo sobre el tema, y entonces se acercó y entablamos una conversación, solo voy a decir lo esencial que guarda relación con el tema de los gritos diabólicos en las logias. Él no sabía que era la masonería y asistió a una “Tenia blanca” son las reuniones donde pueden participar personas que no son de la logia. Esa logia en cuestión está en una localidad del interior de Corrientes. Él me contó que salió despavorido, por los gritos de los masones, diciendo –muera la Iglesia católica– y demás barbaridades, como –guerra a la superstición– (que seríamos los católicos, así nos llaman, supersticiosos, por ser suavecito, pues tienen otro motes terribles, donde ni la Virgen María se salva). Los masones andarán como perfectos hipócritas bajo una fachada de perfectos caballeros, incluso como falsos católicos, llenos de buenos modales, en lo exterior, pero en las logias, son como monos enjaulados, como chanchos en su chiquero. Lo que este muchacho me contó, (aunque no me crean) es cierto, y coincide con lo que comenta Monseñor sobre el lenguaje de odio (de venganza) en las logias. Me lo contó alguien que no sabía dónde estaba entrando, pero si sabía que eso no es lo que quería, pues era Católico. Si quieren pruebas lean la poesía blasfema  “Himno a Satán” compuesta por el masón Giosué Carducci. Y tengo muchas  más  pruebas sobre el lenguaje que utilizan los masones en sus logias contra la Iglesia Católica, contra Cristo, y la Virgen María. Seguimos con Monseñor Meurín.

 

   En segundo lugar, San Ignacio nos muestra, alrededor de Satán la multitud innumerable de sus sectarios y ministros. Encuéntrense allí reunidos los pecadores de todos los siglos, desde Caín a los Comuneros, de los socialistas alemanes a los nihilistas rusos, y los luciferianos italianos; allí están los esclavos de las pasiones, los orgullosos y los ambiciosos (los que codician el poder supremo en el mundo); los expoliadores de los bienes ajenos (la alta finanza y las grandes empresas de pacotilla); los impúdicos (las numerosas logias de adopción, serrallos de los masones); los homicidas (Carbonarios y otros afiliados a la Masonería), etc. El designio de Lucifer es seducir a todo el género humano, mediante el establecimiento de la República universal, gobernada por el martillo de oro del Jefe Supremo de la Masonería, y, luego de seducirla, arrastrarla a su espantable desdicha (no para ofrecerle las delicias de su Imperio de fuego, sino para vengar en la criatura divina el castigo eterno que le fué infligido por su rebelión). Esta venganza de Lucifer será la justa recompensa por la apostasía de aquellos que han preferido las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malvadas

   Escuchemos a Lucifer dirigiéndose a sus ministros, ordenándoles que tiendan toda clase de trapas a los hombres para perderles. Les enseña sus artificios y tentaciones: como, en principio, conquista las almas por el amor a las riquezas (para encontrarse asistido hay que ser masón): como despierta luego la ambición en ellos (para alcanzar el poder hay que entrar en la logia), y, en fin, el orgullo, el abismo sin fondo del que salen todos los pecados… ¡Cuántos bobos, insensatos y ligeros dé cascos de ambos sexos se dejan coger a diario en estas redes! ¡Cuántos se dejan caer en ellas a ciegas (primero, con los ojos vendados, y luego deslumbrados por el licopodio masónico) y cuántos no contentos con haberse dejado seducir, procuran también seducir a sus hermanos!

   Este estandarte de Lucifer, así presentado por San Ignacio, ¿no es una imagen perfecta de la Masonería? Y el estandarte de Jesucristo, ¿no es acaso una sorprendente imagen de la Iglesia Cristiana?

   Nuestro Señor se encuentra en la llanura de Jerusalén, ciudad de santos, visión del cielo, no sentado sobre un trono, sino conversando humildemente con sus bienamados, atrayendo los corazones con la bondad y encanto de su mirada, con la verdad y la virtud que enseña, con la paz y consuelo que obra en las almas elegidas.

   A su alrededor se agrupan sus discípulos y apóstoles de todos los tiempos: los patriarcas, los profetas, los mártires, los penitentes, las vírgenes... Ni hay allí ni un sólo vicio, ni una sola de las debilidades que deshonran a la humanidad. Por el contrario; todas las virtudes están llevadas al punto del heroísmo. ¿Cuál es el designio de nuestro Divino Rey? El de llevar a todos los hombres a la virtud y, por la virtud, a la felicidad en el tiempo, y a la gloria en la eternidad. Por ello quiere que sus apóstoles vayan por todo el mundo a predicar el Evangelio para inspirar a las almas, en primer término, el desprecio a las riquezas, y después la humildad, fuente de todas las virtudes. Ved el triunfo del apostolado cristiano: cuántos pecadores convertidos, y arrancados al infierno; cuántos discípulos conquistados para la santa pobreza y la humildad evangélicas; cuántos nuevos apóstoles formados para la salud de las almas y la gloria de Dios.

 

 

“SIMBOLISMO DE LA MASONERÍA”

lunes, 10 de mayo de 2021

DEFINICIÓN DE LA MASONERÍA. SUS ORÍGENES – Por Arnaud De Lassus.


 


Definición

 

   EL diccionario Le Robert define así la palabra masonería: “Asociación internacional parcialmente secreta, de carácter naturalista y filantrópico, cuyos miembros se reconocen por ciertos signos o emblemas”.

   Sin ser completa, esta definición subraya cuatro rasgos importantes de la masonería:

    – su ideología (el naturalismo);

    – su organización (internacional y secreta);

   su aspecto exterior (frecuentemente filantrópico).

   Antes de seguir con el análisis, examinemos sus orígenes y algunas líneas gruesas de su historia, tal como la presentan sus propios historiadores.

Orígenes

   Toda sociedad se revela por sus orígenes. Se comprende que las sociedades secretas se preocupen de ocultar los propios. Por este motivo, la cuestión de los orígenes de la masonería es un tanto embrollada.

Acta de nacimiento oficial

   Todos los historiadores están de acuerdo en reconocer que la masonería, según está organizada actualmente, nació en Londres el 24 de junio de 1717 (día de San Juan), fecha en que fue creada la gran logia de Londres, principalmente por iniciativa de Jean Théophile Desagulier (1) y James Anderson (2), ambos pastores protestantes.

La fusión de una antigua corporación y de una sociedad ocultista

   ¿Qué es exactamente lo que ocurrió en 1717? Aquí los historiadores ya no están de acuerdo. La tesis más verosímil es que se fusionaron dos organismos preexistentes: una antigua corporación de obreros constructores (2ª) y la sociedad ocultista de los Rosacruces.

   1 Jean Théophile Desaguliers (1683-1744), hijo de un pastor protestante de La Rochelle, fue asignado como capellán al príncipe de Gales, el futuro Jorge II.

   2 James Anderson (1684-1739), escocés, fue ministro presbiteriano.

   2a El texto francés usa en este caso el términdbatisseurs. Debe tenerse presente que, en este idioma, masón significa también “obrero de construcción especializado, que fabrica la obra gruesa y su revestimiento”. Aparte debatisseui; el texto emplea también los términos constructeur, ouvriers constructeurs y, además, maçon. El término francés empleado en cada caso se ha puesto en la traducción entre paréntesis. El equivalente de maçon, en inglés, es mason. En español, masón designa sólo al miembro de la masonería. [N. del traductor]

   Esta fusión es evocada así por el rabino Toaff: “Existe en la masonería una doctrina secreta, filosófica y religiosa, introducida por los rosacruces gnósticos cuando se produjo su fusión con los obreros constructores (maçons) libres en 1717. Esta doctrina secreta, o gnosis, es patrimonio exclusivo de la masonería de los grados más altos” (3).

   Así se explicaría que existan en la masonería dos corrientes de inspiración: “La masonería francesa –escribe el masón Manus Lepage– reúne en ella muy especialmente dos corrientes tradicionales distintas: la operativa, proveniente de los antiguos obreros constructores (constructeurs) y la especulativa, aportada por los filósofos y quienes profesan doctrinas herméticas” (4).

   4. Revista Le Symbolisme, n° 6, julio de 1956.

 

La explicación histórica expuesta por el Padre Barbier

 

   En su libro Las infiltraciones masónicas en la Iglesia, el Padre Barbier presenta esta misma tesis con más detalles: “La masonería sería lisa y llanamente de origen gnóstico. Provendría de la alianza de los representantes de las sociedades gnósticas con las logias de obreros constructores (ouvriers constructeurs), a las cuales se les deben nuestros edificios católicos desde el siglo XIII al XVII. He aquí la explicación histórica que se le da a esta tesis” (5).

   La explicación comienza por una exposición relativa a la corporación inglesa de los obreros constructores, que tomó en el siglo XIV el nombre de “fraternidad de los obreros constructores libres” (ver nota 2a). Ella perdió importancia en el siglo XVII y, para sobrevivir, aceptó como miembros a personas que no eran obreros constructores, de allí su nuevo nombre de “fraternidad de los obreros libres y aceptados”. La explicación histórica que cita el Padre Barbier continúa así:

   Había en esta época una sociedad alquimista llamada de los “Rosacruces”, heredera de la Orden de los Templarios, y que conservaba el gnosticismo primitivo. Su fundador es conocido por el nombre de Chrétien Rosencreuz, templario, que había recorrido sucesivamente Turquía, Palestina, Arabia y todo el Oriente, y remontándose así a las fuentes de la tradición esotérica, para oponer la gnosis, por medio de una sociedad misteriosa, a la ignorancia y al fanatismo de la Iglesia romana.

   (5) Padre Barbier, op. cit., p.103.

   El nombre de los Rosacruces venía del emblema adoptado por la sociedad: una rosa sobre la cruz, que simbolizaban, filosóficamente, la unión de la ciencia y de la fe, y gnóstica, la salvación, mas no por la fe, sino por la ciencia.

   Los miembros de esta sociedad se consagraban a la alquimia y a la propagación de la gnosis. Primero fueron poco numerosos, pero su número se había incrementado continuamente, al punto de que a comienzos del siglo XVIII eran muy estimados, en Inglaterra sobre todo, donde gozaban de una influencia de las más considerables (6).

   Pues bien, el 24 de junio de 1717, los rosacruces Jean-Théophile Desaguliers, naturalista, y Jacques Anderson, pastor protestante, “asistidos”, dice la carta convocatoria, “por los hermanos Georges Payne, King, Calvert, Luniden, Elliot y muchos otros” convocaron en la Posada del Manzano, sita en la Charles Street, cerca del mercado de Covent-Gar-den, en Londres, a todos los miembros de las cuatro logias masónicas, las únicas que se encontraban funcionando en Londres en esa época.

   Esta reunión tenía por finalidad realizar la fusión de la “fraternidad de los obreros constructores (maçons) libres y aceptados” con la “sociedad alquimista de los rosacruces” para permitir a los rosacruces cobijar sus investigaciones de alquimia y sus ideas gnósticas bajo el manto respetado de la fraternidad y procurar a los obreros constructores libres y aceptados las ventajas que solamente podían reportarles los adeptos ricos e influyentes de los rosacruces.

(6) The Mystic Tie, por Mackey; Le gnosticisme et la franc-maçonerie, por Ed. Hans. [Nota del Padre Barbier.]

   La asamblea aceptó por unanimidad esta fusión y la masonería nació como resultado de esta aceptación. La “sociedad alquimista de los rosacruces”, la “fraternidad de los obreros constructores libres” y la “fraternidad de los obreros constructores libres y aceptados” desaparecieron para siempre y la masonería, hogar del gnosticismo puro, se alzó frente a la Iglesia Romana, hogar del gnosticismo falsificado y corrompido (7 y 8).

   La agrupación de estas cuatro logias de Londres, reunidas en la Posada del Manzano, tomó el nombre de “Gran Logia de Inglaterra”. En 1723 Anderson editó, hizo aceptar y publicó el Libro de la constitución de los obreros constructores libres y aceptados. Esta denominación fue conservada para alejar aun la posibilidad de una sospecha respecto del verdadero fin de la naciente masonería. Pero la finalidad secreta de la nueva sociedad era siempre la de retomar la obra de los antiguos gnósticos y de los Templarios, que era la de sustituir el cristianismo de Occidente, sometido a influencias semíticas y degenerado, por un cristianismo esotérico y gnóstico, que sus dirigentes habían conocido estudiando los libros sagrados del Oriente y afiliándose a algunas sociedades secretas del mismo país. El fin confesado era el de hacer propaganda al liberalismo en todo el universo.

   (7) Recordemos que el Padre Barbier cita aquí una explicación histórica muy corriente en los medios masónicos y que no es él quien habla.

   (8) Nota sobre los rosacruces: “Los miembros de la Rosacruz practican la alquimia y su orden fue verosímilmente regular de la fraternidad internacional y absolutamente secreta de los alquimistas, los cuales, a través de la Edad Media, se remontan hasta la Antigüedad y fueron verosímilmente los continuadores de los gnósticos del primer período del cristianismo [...] El gnosticismo fue probablemente la exteriorización de la doctrina secreta de los Misterios de la Grecia más antigua” (L´Acacia, mayo de 1908). [Nota del Padre Barbier.]

   Para alejar esta sospecha de que la nueva masonería no era sino la continuación de los “obreros constructores (maçons) libres y aceptados” se conservaron todas las denominaciones y todas las ceremonias y particularidades que esta última había recibido de la fraternidad de los constructores (constructeurs) [...]

   Al fundar la masonería, los rosacruces agregaron a los símbolos arquitectónicos y de los obreros constructores (maçonniques) los símbolos alquimistas y gnósticos (9).

Una primera imagen de la masonería

   Este relato histórico que hace el Padre Barbier guarda consonancia con lo que explican autores como Marius Lepage y el rabino Toaff. Los historiadores podrían discutir algunos puntos no bien establecidos (sobre los orígenes de la sociedad de los rosacruces, por ejemplo), pero en lo esencial corresponden bien a lo que se puede saber de la masonería.

 

 (9) Padre Barbier, op. Cit, pp.105-107. Lo que se dice de los símbolos se verifica fácilmente hoy. Cuando la masonería se manifiesta, utiliza a la vez símbolos arquitectónicos (escuadra y compás, por ejemplo) y símbolos gnósticos (la estrella luminosa de cinco puntas con la letra G en el medio, por ejemplo). La explicación sobre los orígenes de la masonería que expone aquí el Padre Barbier ye encuentra casi textualmente en un documento masónico italiano de 1945, reservado a los cuadros de las logias y parcialmente reproducido por León de Poncins en su libro Christianisme et franc-magonnerie, pp.161-162.

   De esa rebelión, nos quedaremos con tres aspectos:

   - la fusión de las dos sociedades (obreros constructores libres y aceptados y rosacruces), que es el origen de la masonería actual;

   - la doble tradición y la doble simbología que deriva de esto;

   - una doble ideología: una, pregonada; y la otra, secreta, la gnosis;

   - un doble fin: uno, admitido: la propaganda del liberalismo; el otro, secreto: la sustitución del catolicismo por un cristianismo gnóstico.

Observación sobre el doble carácter, liberal y gnóstico