domingo, 19 de mayo de 2024

LA ALTA VENTA DE LA MASONERIA ITALIANA – Por Jacques Crétineau-Joly. (Primera parte)

 







Nota de Nicky Pío: Esta breve obra la voy a publicar en partes, no es muy larga, sólo les recomiendo leerla con detenimiento.

 

   En 1825 una Comisión especial nombrada por S. S. León XII y presidida por Mons. Tomás Bernetti, gobernador de Roma, condenó a muerte, por varios asesinatos cometidos a traición, a dos carbonarios: Angel Targhini y Leónidas Montanari.

Sin embargo, se les comunicó que en atención al Jubileo que se estaba celebrando, esa pena se les conmutaría si pedían perdón y se reconciliaban con la Iglesia y con el Cielo.

   Camino del cadalso, varios sacerdotes amonestan con suavidad a los sentenciados, que permanecen obstinados.

   Ya ante el verdugo, mientras un gentío inmenso reza arrodillado, Targhini grita: “Pueblo, muero inocente, francmasón, carbonario e impenitente”. Y es decapitado.

   Montanari tomó entre sus manos la cabeza de su compañero ajusticiado y les dijo a los sacerdotes que lo exhortaban: “Esto; es una cabeza de una adormidera que acaba de ser cortada”.

   Los diarios de Francia y de Inglaterra aprovecharon la ocasión para acusar a la Santa Sede de crueldad y de “represión” y para glorificar como mártires a los dos vulgares asesinos.

   Mientras tanto, el jefe de la Alta Venta le escribe a uno de sus cómplices, Vindice, la siguiente carta, con su seudónimo de Nubius:

   “He asistido con la ciudad entera a la ejecución de Targhini y de Montanari; pero los prefiero muertos que vivos. El complot que locamente habían preparado con el fin de inspirar el terror no podía tener éxito, y pudo habernos comprometido; pero su muerte rescata estos pecadillos. Han caído con valor, y este espectáculo fructificará. Gritar a voz en cuello, en la plaza del Pueblo en Roma, en la ciudad madre del Catolicismo, en la cara del verdugo que os coge y del pueblo que os mira, que se muere inocente, francmasón e impenitente, es algo admirable: tanto más admirable cuanto que es la primera vez que semejante cosa ocurre. Montanari y Targhini son dignos de nuestro martirologio, puesto que no se dignaron aceptar ni el perdón ni la reconciliación con el Cielo. Hasta este día, los condenados, puestos en capilla, lloraban de arrepentimiento, a fin de tocar el alma del Vicario de las misericordias. Y éstos no han querido saber nada de las felicidades celestes, y su muerte de réprobos ha producido un magnífico efecto en las masas. Esto es una primera proclamación de las Sociedades Secretas y una toma de posesión de las almas.”

martes, 7 de mayo de 2024

Carta sobre los judíos y la masonería que recibió Agustín Barruel de Juan Bautista Simonini.

 




Copia de una carta; que yo, Agustín Barruel, canónigo honorario de Nuestra. Señora, recibí en París, el 20 de agosto de 1806.

Florencia, 19 agosto de 1806.

 

   Muy señor mío: Hace pocos meses tuve por casualidad la dicha de leer vuestra excelente obra titulada: Memorias de los jacobinos, que he leído, o mejor dicho devorado con indecible placer, y de la que he sacado grande utilidad y mayores enseñanzas para mí propia conducta, tanto más cuanto que en ella he encontrado pintadas infinidad de cosas de que en el curso de mi vida he sido testigo ocular, aunque sin comprenderlas del todo. Recibid, señor, por todo ello de este ignorante militar, que tal lo soy, las más sinceras felicitaciones por vuestra obra, que con justo título puede llamarse la obra por excelencia del pasado siglo. ¡Ah, qué bien habéis quitado la careta a esas sectas infernales, que preparan los caminos del anticristo y son las enemigas implacables, no sólo de la religión cristiana, sino también de todo culto, de toda sociedad y de todo orden!

   “Hay sin embargo entre esas sectas una, a la que no os habéis referido sino muy de pasada, quizá porque es la más conocida, y en este concepto la menos temible; aunque en mi opinión es hoy el poder más formidable, si se consideran sus inmensas riquezas y la protección de que goza en casi todos los Estados de Europa. Ya comprenderéis que me refiero a la secta judía. Parece en un todo enemiga y separada de las demás; pero realmente no lo es. En efecto, basta que cualquiera de ellas se declare enemiga del nombre cristiano, para que el judaismo la favorezca, la auxilie y la proteja. ¿No le hemos visto y no le vemos todavía ahora prodigar el oro y la plata para sostener y dirigir a esos modernos sofistas, francmasones, jacobinos e iluminados? Los judíos, por consiguiente, no forman con todos los otros sectarios si no una sola asociación para aniquilar, a ser posible, el nombre cristiano. Y no creáis, señor, que en esto exagero lo más mínimo; pues yo no sostengo sobre este punto nada, que no me haya sido declarado por los mismos judíos, y ved de qué manera:

   Cuando el Piamonte, de donde yo soy nativo, se hallaba en revolución, tuve ocasión de frecuentar el trato y tener confianza con ellos aunque ellos fueron los primeros en buscarme; y como yo entonces escrupulizaba poco, afecté estrechar con ellos grande amistad, y llegué a decirles, suplicándoles el más rigurosa secreto, que había nacido en Liorna de familia judía; que muy pequeño todavía, había sido educado por no sé quién que ni siquiera sabía si había sido o no bautizado, y que a pesar de vivir y obrar exteriormente como católico en mi corazón pensaba como los de mi nación, por los que había conservado siempre tierno y secreto amor. Entonces ellos me hicieron los mayores ofrecimientos y me franquearon toda su confianza. Me prometieron el ascenso de general, si me prestaba a entrar en la secta de los francmasones; me enseñaron grandes cantidades de oro y plata que distribuían, me decían, entre los que abrazaban su partido, y se empeñaron en regalarme tres armas adornadas con las insignias de la francmasonería, que yo acepté para no disgustarlos y animarlos a que me dijeran sus secretos. He aquí lo que los principales y más ricos judíos me descubrieron en diferentes ocasiones.

   Que Manes y el infame Viejo o anciano de la Montaña habían salido de su nación;

   Que la francmasonería y la secta de los iluminados fueron fundadas por dos judíos, cuyos nombres me dijeron más que por desgracia se me han borrado de la memoria;

    Que de ellos, en una palabra, habían tomado origen todas las sectas anticristianas, tan numerosas al presente, y cuyos afiliados ascendían a muchos millones de ambos sexos, de todo estado, categoría y condición;

II. El Reino de Satanás — la Francmasonería y el Liberalismo – Por Pedro Schumacher, Obispo de Portoviejo.

 



El Reino de Satanás.

 

   “En nuestra época parece que los fautores del mal se han unido en Inmenso esfuerzo, a impulso y con ayuda de una sociedad esparcida en gran número de lugares y vigorosamente organizada, la francmasonería.”

   “Los que tomando nombre de Libertad se llaman a sí mismos Liberales, son imitadores de Lucifer, aquel cuyo nefando grito es: “¡No serviré!” (Palabras de León Xlll.)

   1. ¿Existe en el mundo un reino de Satanás?

   Hay un reino de Satanás en el mundo como lo declara repetidas veces Jesucristo: “Llega el príncipe de este mundo y en mí no tiene parte alguna” (s. Juan 14, 30.) “El príncipe de este mundo ya está juzgado.” (Ibid. 16, 11.)

   2. ¿Quiénes forman el reino de Satanás?

   El reino de Satanás se compone de todos los que hacen la guerra a Dios y a su santa Iglesia, siguiendo el ejemplo de Lucifer, quien se alzó contra el Señor diciendo: “¡No serviré!”

   3. ¿Qué nombre toman los que en el día siguen la bandera del ángel rebelde?

   Los enemigos más declarados del reino de Dios forman en el día de hoy una sociedad oculta o secreta que se llama francmasonería, con la cual está íntimamente unida la secta del liberalismo, porque tiene el mismo fin y los mismos principios.

   4. ¿Cuál es el fin característico de las sectas masónicas y liberales?

   El fin de estas sectas es separar al hombre de Dios y destruir la autoridad de la Iglesia católica.

   5. ¿Qué diferencia hay entre los masones y la secta liberal?

   Los masones se tienen escondidos y no quieren ser conocidos; la secta liberal por lo contrario se manifiesta públicamente, ofreciendo a los pueblos progreso, civilización y felicidad nunca vista, con tal que se separen de la Iglesia de Dios.

   Del mismo modo engañó Satanás a nuestros primeros padres, ofreciéndoles que llegarían a ser iguales a Dios negándole la obediencia.

   6. ¿Cuál es el medio principal que los masones emplean para combatir a la Iglesia?

El medio principal que los masones emplean para destruir la religión de Jesucristo es desacreditar a los sacerdotes valiéndose de la calumnia y de la mentira.

   “Preciso es mentir como diablos, decía Voltaire, pues siempre queda algo.”

   7. ¿Cómo procede la secta del liberalismo para destruir la autoridad de Dios?

   El liberalismo quiere persuadirnos de que el hombre no tiene otra ley que su propia voluntad; que no depende de Dios ni de la Iglesia; de esta manera entiende la libertad que ofrece a los pueblos.