Como saben los lectores, esta muchacha,
hasta hoy, temiendo que su belleza no fuera muy atractiva, se encerraba en
logias y desde allí, envuelta en misteriosas sombras, ordenaba y obligaba a sus
numerosos novios parlamentarios a cumplir sus órdenes.
Pero con la aurora matutina del siglo XX, el
reptil emergió de su cueva, y la luz luciferina de Acacia, su nuevo periódico
oficial, apareció en toda su fealdad, proclamando a los cuatro vientos:
«La masonería es una rama organizada del
Partido Republicano contra la Iglesia Católica... La masonería es una iglesia
contra la Iglesia; es contracatolicismo».
El nuevo órgano de la masonería
desenmascarada fue anunciado mediante una pastoral, en la que se expuso el
programa de Acácia:
«La lucha contra la enseñanza de la Iglesia
católica y su disciplina es la principal preocupación de la mayoría de los
masones franceses, belgas, italianos, españoles, portugueses (nótese bien) y
sudamericanos»...
«Esta situación –añade la circular– no es la
misma en los países protestantes, porque la masonería no pretende descristianizar,
sino descatolizar los países latinos, es decir, los católicos».
No era necesario que Acácia nos dijera qué
era la masonería, qué quería y de dónde venía. Todo esto ya lo sabíamos, y ya
hemos desenmascarado sus secretos, muchas veces aquí, y en los periódicos
católicos no había ninguna ignorancia al respecto.
Todos los católicos sabíamos que esta gente
solo podía venir del infierno y que de allí nada bueno podía salir. Pero es
bueno saber, y renovar este audaz pasado de las logias luciferinas, para seguir
tomando precauciones, y advirtiendo a aquellos
que lo necesitan, estén siempre alertas.
«Voz
de S. Antonio: Revista Mensual Ilustrada», Año 9, n° 2, febrero de 1903.
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