Hay una democracia legítima, lícita, no
puede dudarse de ello; y no queremos decir que la democracia, por ser
democracia tenga relaciones con la Masonería. Pero hay también una democracia
de tipo liberal, y cabe preguntarse si de modo quizás inconsciente de parte de
la democracia, y sí, consciente de parte de la Masonería, no hay muchas veces
connivencias.
En la medida con que esta democracia de tipo
liberal acepta y difunde las ideas liberales, en la medida en que se proclama
anticlerical o aclerical, dicha democracia hace el juego a la Masonería, ya que
no hace otra cosa que aceptar y difundir doctrinas masónicas. ¡La cosa necesita
explicaciones!
Escribe
León XIII, hablando de los masones:
“Voceando libertad y prosperidad
pública, haciendo ver que por culpa de la Iglesia y de los monarcas no había
salido ya la multitud de su inicua servidumbre y de su miseria, engañaron al
pueblo; y despertada en él la sed de novedades, le incitaron a combatir ambas
potestades. Voceando libertad... ¿No es lo que está haciendo cierta democracia?
Así como la Masonería tiene interés en que asociaciones como el Rotary Club difundan sus ideas, sin ser
masónicas, para no espantar a los que todavía hacen algún caso de las
condenaciones de la Iglesia, asimismo tiene interés en que haya movimientos,
tendencias, y partidos que sin ser escandalosamente laicos, lo que apartaría
todavía a muchos católicos sinceros, y bajo una máscara de ortodoxia, aceptan
en grados varios sus ideas, y las ponen en práctica.
¿Y no
puede aplicarse a cierta democracia las palabras de Pío IX a un grupo de
católicos franceses, en junio de 1871?: “El ateísmo en las leyes (lo que-admite
prácticamente cierta democracia), la indiferencia en materia de religión,
(igual), y esas máximas perniciosas llamadas católico-liberales, éstas sí,
éstas son verdaderamente la causa de la ruina de los Estados... ¡Creedme: el
daño que os anuncio es más terrible que la Revolución!