Veamos
lo que son los masones, que tomamos como el prototipo de todos los sectarios, por
ser ellos los que han organizado y dirigen el movimiento anticlerical con que
agitan hoy al mundo.
El
masón es, en primer lugar, un hombre que blasonando de libre, se liga con
juramentos terribles a una asociación cuyos fines desconoce en el momento de
entrar en ella, y a la que ha de prestar ciega obediencia, cualesquiera que
sean sus mandatos.
Es
un hombre, además, que alardeando de ser despreocupado y enemigo de toda superstición,
se entrega a las más ridículas y depresivas ceremonias, incluso la de ponerse
en cuatro pies en plena sesión de logia, como sucede con los afiliados al grado
22 del rito escocés de la secta masónica.
Es también un hombre que diciendo profesar
los principios del libre examen, está obligado, por los juramentos que a ciegas
hace, a no profundizar los misterios de la secta, hasta el punto de estarle
severamente prohibido leer los rituales de los grados superiores a aquel que le
ha sido confiado en la logia.
Se le dice que todos los hombres son iguales
y luego se le obliga a acompañar con antorchas, cuando entran o salen del
templo masónico, a los masones de grados superiores al suyo, y se le veda sentarse
en el sitio reservado a esos masones y a callar inmediatamente que el venerable
de su logia o el vigilante de quien dependen da Un golpe con el mazo o mollete
sobre la piedra triangular que dichos dignatarios de logia tienen en la
mesilla, también triangular, ante la que se hallan sentados.
Se dice partidario de la publicidad y acude a
sitios escondidos, y es tal el secreto que tiene que guardar en todo lo que se
refiere a los asuntos masónicos, que al final de cada sesión se le hace jurar
por el venerable de la logia, no revelar a nadie lo que se ha tratado en ella.
Consta en los estatutos de la secta, para
uso de los que no están verdaderamente iniciados en sus rituales secretos, que
la masonería no se ocupa en asuntos religiosos ni políticos y sí únicamente en
obras benéficas, y no hay movimiento antirreligioso y revolucionario que no
haya sido organizado por las logias (Nota
de Nicky Pío, es necesario aclarar que esta abominable secta es creación pura
de la Sinagoga de Satanás, de la misma forma, que creó el marxismo como consta en abundante literatura Católica y
Judía, los mismos masones de alto grado saben que sólo son instrumento de un poder mayor. Sólo sabiendo quienes
son sus amos se puede entender a la masonería y al mismo marxismo, así como a
todas sus revoluciones. Si la providencia lo permite, voy a clarificar el tema
en futuras publicaciones, pues el temor de recibir represalias hace que los que
saben callen la verdad. Y sólo la verdad los hará libres… Todo sea A.M.D.G).
Ellas mismas se jactan de haber movido la pluma de los enciclopedistas
del siglo XVIII, a ellas pertenecieron Voltaire, Rousseau, Diderot y
D’Alembert, cuyos abominables trabajos para arrancar la fe de los individuos y
de los pueblos, aún sirven de pauta a todos los enemigos de la Iglesia de Dios
en estos tiempos; consideran, y no mienten, como obra suya la proclamación de
los llamados derechos del hombre el año 1789, los horrores del terror en 1793,
y hasta presentan como título de gloria el asesinato del rey Luis XVI de
Francia, al que los masones de la Convención francesa contribuyeron con sus
votos, obligando a que también votara el infame regicidio el duque de Orleans,
primo de aquel infortunado monarca, y conocido en las logias con el mote
masónico o nombre simbólico de Igualdad.
Dice
el masón que se ocupa en obras de beneficencia, pero es lo cierto que por los
trabajos de la masonería, se decretó aquel infame latrocinio conocido con el
nombre de desamortización eclesiástica, que redujo a la más espantosa miseria a
millones de desgraciados que en todo el mundo recibían el socorro de la
Iglesia, por medio de obras pías, con cuyos fondos se enriquecieron los masones
que antes no tenían, como se dice vulgarmente, sobre qué caerse muertos.
Hoy mismo tenemos una prueba de la
filantropía masónica en las leyes de persecución y de despojo contra las
congregaciones religiosas, presentadas por la Cámara de diputados de Francia y pendientes
de aprobación en el Senado de la susodicha nación.
De aprobarse esas leyes, se triplicaría
cuando menos el presupuesto de la llamada Asistencia pública, o sea la
beneficencia oficial, sopeña de dejar morirse de hambre a cientos de millares
de pobres, que será lo más probable; pero en cambio los quinientos millones de
francos en que han sido valuados los bienes de dichas congregaciones, vendrán a
aumentar el peculio de los compadres de las logias, que por poco más de un pedazo
de pan, como decirse suele, adquirirán productivas fincas que les permitirán
vivir en la holganza, que tan sin fundamento echan en cara a los religiosos, a costa
de los sudores de éstos, que a fuerza de trabajos y de constancia habían
logrado reunir ese patrimonio, no para ellos, sino para socorrer las necesidades
de los desvalidos e indigentes. Con
lo cual se cometerá un doble fraude; aquel de que serán víctimas los pobres,
cuyo patrimonio servirá para satisfacer las codicias de los masones listos, y
el que se cometerá comprando por uno lo que vale diez, como sucedió en España
con las desamortizaciones eclesiásticas, gravando además los intereses de los
contribuyentes, a los que se exigirán mayores tributos para satisfacer los
mayores gastos de la beneficencia oficial, qué hasta aquí se han venido
sufragando con esos bienes de las congregaciones religiosas que han excitado la
codicia de las logias.
“APOSTOLADO DE LA
PRENSA”
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