“Sois
parásitos de la anarquía; no la podéis contener porque es vuestro sustento y
vivís de ella”. Calvo Sotelo.
“República,
espíritu revolucionario y socialismo están, indudablemente, ligados”. H.: A.
Levey, Grado 33.
Vamos a entrar—ya es hora—en lo que
podríamos llamar parte práctica, la realidad, de toda esa serie de zarandajas
rituálicas, ceremonias seudorreligiosas, tan ridiculas como pintorescas, con
que en los talleres se deslumbra a las almas inferiores.
El consorcio judíomasónico ha extendido su
red de organizaciones tenebrosas — ¡y ahí está, en las logias, la cuerda de
nudos que enlaza las columnas del templo, símbolo de la cadena que aprisiona al
mundo! —; vamos a ver los trágicos efectos de esta red de células clandestinas
reflejadas en el aspecto social.
Sin reparar en medios ni en procedimientos —
uno de esos medios es reclutar gentes carentes de sanos principios, bajo las
fórmulas amables, liberaloides, de las logias —, el consorcio judíomasónico labora en la
sombra para llegar a la destrucción de la civilización occidental.
La civilización cristiana es el único
obstáculo serio que se opone a la implantación de la tiranía judíomasónico. El mundo no
caerá aherrojado, esclavizado, a sus pies, hasta borrar de la conciencia de las
generaciones el signo excelso de la CRUZ. He aquí lo que se propone.
¿Medios?
Uno, las logias; otro, agitando esa otra
gran ala de la Masonería, el ala roja, que elabora bajo un signo supremo:
LA LUCHA DE CLASES.
Y he aquí el secreto de su táctica criminal:
Mueve una u otra ala según el tiempo y las
circunstancias. EL
GRAN MONSTRUO ha desplegado sobre la Tierra dos grandes EJERCITOS,
alas monstruosas de ese vampiro insaciable diseñadas a través de las
maquinaciones del SANEDRIN. El las mueve y las hace jugar con
una ciencia diabólica, con procedimientos criminales. De engaño, de hipocresía
también...
Veamos:
Ante un Estado autoritario, potente, fuerte,
con régimen de paz y prosperidad nacional — cada ciudadano, en sus ocupaciones:
el obrero, en el tajo, en la fábrica; el funcionario, en su oficina; en sus
profesiones liberales, la clase media...—, el GRAN MONSTRUO mantiene en reserva su ala ROJA y mueve con cautela, con
procedimientos ladinos, subterráneos, el ala NEGRA de sus ejércitos: en el
antro de las logias conspiran los hombrecitos del triángulo.
Conspiran contra todo. Contra lo divino y
contra lo humano, ignorantes, la mayoría de las veces, del origen de la
consigna que están obligados a acatar y cumplir.
En la calle, también mediante procedimientos
arteros — ¡oh, salen bien aleccionados
de las «tenidas»! —, van formando un falso ambiente, que los papanatas y
los inconscientes contribuyen a enrarecer, sin sospechar que hacen el juego a
las maquinaciones de la secta maldita. Acude en su ayuda la Prensa siniestra:
se pide a través de unas violentas campañas de injurias y de miseria moral,
libertad, democracia, liberalismo... Cuando todo se ha derrumbado — y está a punto de perderse todo, ¡hasta
el honor!—, el GRAN MONSTRUO, al amparo de los banderines
liberaloides, despliega las guerrillas de sus jaurías ROJAS
(*). Es la
misma línea de procedimiento revolucionario que ya preconiza Lenín en su obra «Dos tácticas»: «Para esa lucha titánica debe tener (el comunismo) el
camino libre, debe servirse de todas las armas a su alcance. La democracia, la
plena libertad política, son sus mejores armas».
Es entonces cuando una ola de odio y de
rencores desatados, estimulados por todos los venenos de las campañas demagógicas,
invade la Nación. El marxismo, con sus puños crispados y sus crímenes, se
enseñorea de la calle.
Es la lucha de clases, dirigida ya, no desde
las logias, sino desde Moscú. Y en el ámbito nacional —angustia y caos en la economía— se produce la gran tragedia de los
atentados, huelgas, sabotajes, rebeliones, movimientos anárquicos... ¡Es la
REVOLUCION EN MARCHA!
LA
MASONERIA ROJA ha sucedido a la MASONERIA NEGRA.
Y los hombrecitos grises, que en las «tenidas» veían satisfecha su vanidad
con un mandil y unas bandas bordadas primorosamente y unos cintajos policromos,
y hacían prácticas de oratoria barajando frases hueras entre alharacas a unos
postulados imposibles, se ven de pronto en la responsabilidad del Poder. Los
últimos estratos se han elevado a la superficie. Es una ley que se cumple en
todas las conmociones revolucionarias. ¡Ah!
La secta cumple sus compromisos y satisface el pagaré. Pero esos hombres son más esclavos que nunca.
«Sois parásitos de la anarquía —ya les dijo
Calvo Sotelo desde su escaño, con la frente alta y la coraza de su prestigio de
hombre de alta mentalidad —; no la podéis contener porque es vuestro sustento y
vivís de ella».
Les dijo. Mientras tanto, iba señalando
tantísimos casos que se salen de la esfera de los conflictos sociales para entrar
en los límites del Código Penal, de la criminalidad y de la delincuencia.
Y es que son peleles manejados por los hilos
invisibles de los PODERES OCULTOS, figurones
de un reinado efímero que cualquier día desaparecen de pronto por el escotillón
del olvido.
Así son todos. Así, yo vi una madrugada en
el ambiente bohemio del Café Castilla, ocupando modestamente una mesa en un rincón,
a Kerenski,
dueño un día de un pueblo de 160
millones de almas.
Pero
así son los hombres que hace y deshace la revolución.
“ENTRE
MASONES Y MARXISTAS…”
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