Para
demostrar que así es, no hay necesidad de recurrir a las revelaciones de los
masones convertidos, que si en muchos, por la misericordia de Dios, son
sinceras, en otros pueden infundir sospechas, por creerlas hijas, o del deseo
de especular con narraciones estupendas que den más valor a su interesada
conversión, o del propósito de burlarse de los católicos, con evidente cinismo.
No; no hay necesidad de esos testimonios
para que quede patente y manifiesto que el satanismo es el culto secreto de la
masonería en algunos de sus altos grados, o mejor dicho, en algunas de sus
misteriosas reuniones, a que sólo asisten los verdaderamente iniciados en los
fines abominables de la secta condenada. Otros testimonios hay de cuya
veracidad no puede sospecharse por hallarse estampados en documentos no
destinados a la publicidad entre los profanos, ni aun entre la turba multa de
masones que sólo conocen de la secta lo que ésta quiere mostrarles, y a esos
testimonios vamos a acudir para que el punto objeto de las presentes líneas quede
dilucidado por completo y en términos que no permitan abrigar la menor sombra
de duda.
Comenzaremos por el testimonio de uno de los
jefes de la masonería, de más indiscutible autoridad en la secta, por Alberto Pike,
el soberano gran comendador que fué del supremo consejo de Charleston, de quien
han recibido los poderes que ostentan, casi todos los orientes europeos, entre
ellos el que en España presidió algún tiempo el actual presidente del Consejo
de ministros, D. Práxedes Mateo Sagasta. Leamos la definición del gran
arquitecto del Universo, que es el nombre con que en las logias se designa a la
divinidad que los masones adoran.
«El gran arquitecto del Universo —decía
Alberto Pike en el periódico masónico titulado La Chaine d'Union,
correspondiente al día 20 de Marzo de 1876— debe ser considerado, no como un
principio más o menos vago, sino como una personalidad viviente.»
Por aquí vemos que la masonería adora a un
ser viviente; pero vemos también que ese ser no es el Dios de cielos y tierra que
adoramos los católicos, porque si así fuera, es de entender que lo habría
declarado Alberto Pike de una manera terminante. ¿Cuál es, pues, el ser á quien
adora la masonería?
Sigamos copiando, y pronto saldremos de
dudas:
«El
genio del porvenir, nuestro dios —dice el masón Serafini, según la Revista de
la masonería italiana correspondiente a los años 1879-80, pag. 265-lleva en sí
el germen de la nueva ley del bien... Saludad al genio renovador, vosotros
todos los que sufrís. ¡Levantad vuestras frentes, hermanos míos, porque ya
llega a vosotros Satanás el Grande!»
Después de esta horrible revelación, hecha
por un masón no arrepentido, en uno de los periódicos oficiales de la infame secta,
toda duda respecto de quién es el ser viviente que según Alberto Pike adora la
masonería bajo el nombre de gran arquitecto del Universo, se desvanece. Mas
para que no se diga que nos agarramos a una declaración individual y aislada,
veamos lo que dijo el masón Gustavo Desmons en el Memorándum du Rite écossais
anden et accepté del oriente de Francia, correspondiente al año 1884, núm. 85,
pág. 48:
«Los dos campos están perfectamente
deslindados: el campo de Dios y el campo de Satanás.»
¿Lo
quieren nuestros lectores más claro todavía?
Pues lean lo que Adriano Lemmi, el sucesor
de Alberto Pike en la dirección de la masonería luciferiana, dijo en el banquete
masónico solsticial que se verificó en Ñapóles en Diciembre de 1892, tal y como
por aquel entonces lo refirieron los periódicos adictos a la masonería:
«Bebamos
– blasfemó – en honor del genio que ha inspirado a nuestro hermano Carducci un
himno inmortal..., el genio invencible, que es alma de la revolución.»
Digamos, por si alguno de nuestros lectores
lo ignora, que el himno inmortal á que se refería el masón Adriano Lemmi, es un
himno a Satanás compuesto por el infame Carducci.
MÁS
TESTIMONIOS.
La misma Revista de la masonería italiana,
más arriba citada, en su volumen correspondiente al año 1891, pág. 243,
escribía á propósito del himno satánico-carducciano:
«El
período de las lágrimas ha llegado para el Vaticano. Las puertas del infierno
han prevalecido. Satanás ha vencido y con él la rebelión, la fuerza vengadora
de la razón, y ha vencido per omnia saecula saeculorum»
Después de pruebas tan concluyentes, sólo
queda esta duda por resolver: ¿Tiene
la masonería organizada un culto a Satanás con templos apropiados y ceremonias
particulares?
A esta pregunta hemos de responder que la
existencia en la masonería del “rito paládico” es incuestionable; de ella dan testimonio
rituales impresos, en los que figuran como ceremonial de la admisión de la
mujer a los altos grados de la masonería femenina los ósculos indecentes al
macho cabrío, representación de Satanás en todas las escenas de brujería.
Pero hay más: un colaborador de la excelente
Revista antimasónica de Roma, de quien hemos tomado algunos datos para darlos a
conocer en esta sección, en testimonio de la verdad de nuestras afirmaciones,
denunció no hace mucho tiempo la existencia de un templo dedicado a Satanás en
el palacio Borghese de Roma, donde tienen su domicilio los centros directivos
de la masonería italiana.
El masón Ulises Bacci, uno de los
dignatarios del oriente de Roma, quiso desmentir la noticia en la prensa; pero
el colaborador de la Revista antimasónica mantuvo sus afirmaciones.
Para atemorizarle se le hizo saber que el
gran consejo de la masonería italiana iba a presentar ante los tribunales de
justicia una querella por difamación. Y efectivamente, el gran consejo citado
deliberó sobre el asunto y acordó...que no era oportuno presentar la querella. Excusamos
decir que el valiente colaborador de la Revista antimasónica sigue sosteniendo
sus afirmaciones y retando a los masones a que le desmientan.
Y los masones, ni que decir tiene, siguen
rehuyendo la cuestión bajo pretexto de que no es oportuno promover querellas sobre
el asunto, sin duda por aquello de que peor es meneallo (embrollarse).
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