Es extraordinario que,
siendo la Kabala y el Talmud originarios de Babilonia, coloque San Ignacio, en su meditación sobre “los dos estandartes”, a las fuerzas del infierno, alistadas bajo
el estandarte de Lucifer “Príncipe de este mundo” (Juan: XII, 31). En una vasta planicie
cerca de Babilonia, en tanto que las
fuerzas del ejército del cielo se encuentran bajo la bandera de Nuestro Señor Jesucristo, en una
llanura cerca de Jerusalén. Luego
nos representa al Príncipe de los réprobos en las planicies de Babilonia (que significa Confusión), sentado en
un trono de fuego (su elemento)
rodeado de un humo espeso, o sea de mentiras, alegorías y símbolos cegadores y
engañosos, extendiendo el terror cabe él, por la horrible deformidad de sus
rasgos (véase el Baphomet) y sus miradas
terribles (escúchese
el estruendo de los gritos de venganza en las logias).
Nota Nuestra: En una librería de segunda mano
hace muchos años, puede hablar con un joven, yo andaba en busca de libros sobre
masonería, el joven me escucho preguntar al librero si tenía algo sobre el
tema, y entonces se acercó y entablamos una conversación, solo voy a decir lo
esencial que guarda relación con el tema de los gritos diabólicos en las logias.
Él no sabía que era la masonería y asistió a una “Tenia
blanca” son las reuniones donde pueden participar personas que no son de
la logia. Esa logia en cuestión está en una localidad del interior de
Corrientes. Él me contó que salió despavorido, por los gritos de los masones,
diciendo –muera la Iglesia católica– y demás barbaridades, como –guerra a la
superstición– (que seríamos los católicos, así nos llaman, supersticiosos, por
ser suavecito, pues tienen otro motes terribles, donde ni la Virgen María se
salva). Los masones andarán como perfectos hipócritas bajo una fachada de
perfectos caballeros, incluso como falsos católicos, llenos de buenos modales,
en lo exterior, pero en las logias, son como monos enjaulados, como chanchos en
su chiquero. Lo que este muchacho me contó, (aunque no me crean) es cierto, y
coincide con lo que comenta Monseñor sobre el lenguaje de odio (de venganza) en
las logias. Me lo contó alguien que no sabía dónde estaba entrando, pero si
sabía que eso no es lo que quería, pues era Católico. Si quieren pruebas lean
la poesía blasfema “Himno a Satán”
compuesta por el masón Giosué Carducci. Y tengo muchas más
pruebas sobre el lenguaje que utilizan los masones en sus logias contra
la Iglesia Católica, contra Cristo, y la Virgen María. Seguimos con Monseñor
Meurín.
En segundo lugar, San Ignacio nos muestra, alrededor de Satán la multitud innumerable de sus sectarios y ministros. Encuéntrense
allí reunidos los pecadores de todos los siglos, desde Caín a los Comuneros, de
los socialistas alemanes a los nihilistas rusos, y los luciferianos italianos;
allí están los esclavos de las pasiones, los orgullosos y los ambiciosos (los que codician el poder supremo en el mundo);
los expoliadores de los bienes ajenos (la
alta finanza y las grandes empresas de pacotilla); los impúdicos (las numerosas logias
de adopción, serrallos de los masones); los homicidas (Carbonarios y otros afiliados a la
Masonería), etc. El designio de
Lucifer es seducir a todo el género humano, mediante el establecimiento de la República universal, gobernada por el martillo de oro del Jefe Supremo de la Masonería,
y, luego de seducirla, arrastrarla a su espantable desdicha (no para ofrecerle
las delicias de su Imperio de fuego, sino para vengar en la criatura divina el
castigo eterno que le fué infligido por su rebelión). Esta venganza de Lucifer será la justa recompensa por
la apostasía de aquellos que han
preferido las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malvadas
Escuchemos a Lucifer dirigiéndose a sus
ministros, ordenándoles que tiendan toda clase de trapas a los hombres para
perderles. Les enseña sus artificios y tentaciones: como, en principio,
conquista las almas por el amor a las riquezas (para encontrarse asistido hay que ser masón): como despierta luego
la ambición en ellos (para alcanzar el
poder hay que entrar en la logia), y, en fin, el orgullo, el abismo sin
fondo del que salen todos los pecados… ¡Cuántos
bobos, insensatos y ligeros dé cascos de ambos sexos se dejan coger a diario en
estas redes! ¡Cuántos se dejan caer
en ellas a ciegas (primero, con los ojos vendados, y luego deslumbrados por el licopodio
masónico) y cuántos no contentos con haberse dejado seducir, procuran también
seducir a sus hermanos!
Este estandarte de
Lucifer, así presentado por San Ignacio, ¿no
es una imagen perfecta de la Masonería? Y el estandarte de Jesucristo, ¿no es acaso una sorprendente imagen de la
Iglesia Cristiana?
Nuestro Señor se encuentra en la llanura de
Jerusalén, ciudad de santos, visión del cielo, no sentado sobre un trono, sino
conversando humildemente con sus bienamados, atrayendo los corazones con la bondad
y encanto de su mirada, con la verdad y la virtud que enseña, con la paz y
consuelo que obra en las almas elegidas.
A su alrededor se agrupan sus discípulos y
apóstoles de todos los tiempos: los patriarcas, los profetas, los mártires, los
penitentes, las vírgenes... Ni hay allí ni un sólo vicio, ni una sola de las debilidades
que deshonran a la humanidad. Por el contrario; todas las virtudes están
llevadas al punto del heroísmo. ¿Cuál es
el designio de nuestro Divino Rey? El de llevar a todos los hombres a la
virtud y, por la virtud, a la felicidad en el tiempo, y a la gloria en la eternidad.
Por ello quiere que sus apóstoles vayan por todo el mundo a predicar el
Evangelio para inspirar a las almas, en primer término, el desprecio a las
riquezas, y después la humildad, fuente de todas las virtudes. Ved el triunfo
del apostolado cristiano: cuántos pecadores convertidos, y arrancados al
infierno; cuántos discípulos conquistados para la santa pobreza y la humildad
evangélicas; cuántos nuevos apóstoles formados para la salud de las almas y la
gloria de Dios.
“SIMBOLISMO DE LA MASONERÍA”
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