B)
La francmasonería es destructora de la familia. Combate a la familia en su base
esencial: el matrimonio.
Apenas
la masonería llega al poder, en cualquier país, trata de abolir el matrimonio
religioso para establecer el matrimonio civil. Esta es su primera etapa.
(Comentario del blog: ¿Dónde están los legisladores católicos, los jueces, los
abogados? ¿Los políticos? En fin, los que no faltan a Misa los domingos, los
que comulgan y confiesan, ¡Sacrílegos! ¿Quién les enseño a escapar de la ira
del Señor? Venden su alma, por nada, pues cambian las leyes de Dios, por nada,
sólo les espera el infierno, sino cumplen su obligación de estado y se
abandonan de verdad a Dios, Legislador del universo. Como decía el Presbítero
Félix Sardá y Salvany, una de las batallas contra la masonería es oponer
Congreso (católico) contra Congreso (Masón)
El
matrimonio civil conduce al divorcio. La secta mira al matrimonio no como un
Sacramento, sino como un contrato que depende de la voluntad del hombre: de ahí
esa deplorable ley del divorcio, que causa la perturbación de numerosas
familias: es su segunda etapa. Finalmente, despoja a los padres de todo derecho
sobre la educación de los hijos, a los que entrega completamente al Estado en
sus escuelas sin Dios.
La
francmasonería desmoraliza la familia: Aleja a cada uno de sus miembros de los
principios de la religión y de la virtud.
“El
padre de familia. La masonería ofrece al cabeza de familia mil ocasiones para
alejarse de casa y vivir fuera de la influencia que ejercerían sobre él su
esposa y sus hijos. Fuera de casa le procura diversiones y placeres, hasta tal
punto que la permanencia en el hogar le resultaría insoportable, y lo abandona
por el club o por los cafés.”
“La
madre de familia. Para la mujer
multiplica también, la masonería, las ocasiones de lucirse, halaga su vanidad,
haciéndole esperar la revelación de importantes secretos, y prometiéndole una
influencia que la hará grande en la sociedad.”
“Trata,
sobre todo, de apartar a la mujer de los Sacramentos y de las Prácticas
religiosas que la protegerían contra las debilidades.”
“El
niño. Pero lo que la masonería persigue con mayor encarnizamiento en la familia
es el niño.”
“¿Quién
multiplica las trabas puestas a su educación cristiana? ¿Quién pone en sus
manos, a precios irrisorios, o gratuitamente, los libros impíos y los grabados
obscenos?”
“¿Quién
rodea al niño de mil seducciones antes ignoradas? ¿Quién pisotea el respeto
debido al niño, y que los mismos paganos imponen?”
“¿Quién
llama y lleva a escuchar inmundas lecciones de impiedad y de moral llamada
positivista a la juventud confiada por las familias a los establecimientos de
educación pública?”
“La
francmasonería”. (Petit Catéchisme).
C)
La francmasonería es destructora de la sociedad. ¿Qué necesita toda sociedad
para vivir? Dos cosas esenciales: la religión y la autoridad.
No
hay sociedad sin moral, y no hay moral sin religión. Es un hecho probado por la
experiencia.
La
sociedad sin autoridad sería una reunión de salvajes, y algo peor, porque los
salvajes reconocen superiores o caudillos.
Pues
bien, la francmasonería destruye toda religión y toda moral: niega la
existencia de Dios, la inmortalidad del alma, para no admitir más que una moral
cívica, independiente, sin legislador y sin sanción.
Destruye
también toda autoridad, porque pretende que el poder se halla todo entero en el
pueblo libre, que da la autoridad a quien quiere y la retira cuando quiere. Es
la revolución permanente. Por otra parte, la declaración de los derechos del
hombre confiesa que la insurrección es el más santo de los deberes. La
francmasonería es, por consiguiente, destructora de la sociedad.
La
última evolución de los errores sociales de la francmasonería es el socialismo
y la anarquía. Tal es el abismo adonde conduce a los pueblos.
Es
el peligro que señala el Papa León XIII: “La Revolución y la ruina universal
son el mismo fin que pretenden los comunistas y los socialistas. La secta de
los francmasones no tiene derecho de proclamarse extraña a sus empresas, porque
favorece sus designios y está completamente de acuerdo con ellos en cuanto al
conjunto de los principios”.
D)
La francmasonería, enemiga de Francia. Desde Carlomagno, Francia tuvo por
misión providencial defender la Iglesia y al Papa, proteger la fe católica y
propagarla con sus misioneros por todo el mundo.
Combatir,
debilitar a Francia, era combatir y debilitar a la Iglesia; de ahí el odio de
la francmasonería con Francia.
La
francmasonería hizo la Revolución del 89 y se gloría de ello por la pluma de
sus adeptos. Francia sólo pedía reformas; pero los francmasones hicieron
estériles los generosos esfuerzos de Luis XVI. No les convenían las reformas
pacíficas; querían el desorden, la anarquía la destrucción violenta del
catolicismo.
Hacía
tiempo que la masonería venía preparando su obra: había producido el
filosofismo: Voltaire, Rousseau, Helvecio, Diderot, d’Alembert, cte., eran
francmasones.
Los
grandes revolucionarios, Mirabeau, Sieyes, Lafayette, Desmoulins, Dantón,
Robespierre, Marat, Petión, Felipe Igualdad, etc., pertenecían a la secta. En
1781 contaba la masonería con doscientas cincuenta y siete logias en Francia,
de las cuales cuarenta y una se hallaban en París, donde se atizaba el fuego en
que debía arder todo el reino. La masonería iba a aplicar la apostasía
nacional: La declaración de los derechos del hombre es un extracto de la jerga
de las logias, cuyos errores e hipocresías reproduce.
La
mayor parte de los excesos y de los crímenes de la Revolución, como la muerte
de Luis XVI, habían sido decretados por las logias. Es a la masonería a quien
Francia debe todas sus revoluciones y sus desgracias, de un siglo a esta parte.
Los revolucionarios tan profundamente impíos en 1830 eran francmasones, como
los de la Commune de 1871.
En
1846, en un Convento masónico celebrado en Londres, Lord Palmerston, jefe
supremo de la masonería, hizo aprobar el siguiente proyecto: “Debilitar la
Francia Católica hasta hacerla del todo impotente”. El Convento decretó los
medios más a propósito para llegar a este fin.
Mediante
la guerra de Crimea hecha en favor de Inglaterra, se separó a Francia de Rusia;
con la guerra de Italia, se la aisló de Austria. Se creó la unidad italiana
para destruir los Estados Pontificios sostenidos por Francia, y se hizo de
Italia una nación rival. Se creó la unidad alemana para que la minoría católica
fuera aplastada por la mayoría protestante. Entonces Francia, rodeada de
vecinos celosos, apartada de sus aliados
naturales, fue aplastada por Alemania. En algunos meses perdió dos
provincias, trescientos mil hombres y diez mil millones de francos. El plan de
Lord Palmerston se había realizado en parte. El Papa León XIII vino a
desbaratarlo algo, mediante la alianza francorrusa, opuesta a la triple
alianza, obra de la francmasonería.
En
el interior, la francmasonería cubre de ruinas el suelo de Francia: Ruina
religiosa, la más grave, la más deplorable de todas; pérdida de la fe y de la
vida sobrenatural en millones de almas francesas. Ruina moral, consecuencia de
la irreligión creciente, de la acción corruptora de las logias, de su prensa
inmunda, de las leyes masónicas, de las escuelas neutras. La criminalidad se
desarrolla de una manera inaudita; la niñez, educada sin Dios, provee la mayor
parte de este contingente del ejército del vicio que amenaza el desorden
público. Ruina moral, consecuencia de la irreligión creciente; de la acción
aumento, impuestos abrumadores como no se conocen en ningún otro país, agonía
de la agricultura, especulaciones, extorsiones estafas gigantescas.
“LA RELIGIÓN DEMOSTRADA”
Padre. A. Hillaire.
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