4º Los estragos de la francmasonería
A) Es enemiga de la Iglesia Católica.
La masonería tiene por fin la destrucción del Catolicismo y de toda idea
religiosa, valiéndose de la más pérfida de las persecuciones: la persecución
legal. Es lo que demuestran muchas leyes votadas en
Francia y otros Estados, las cuales han sido preparadas en las logias e
impuestas al país por los francmasones, que se glorían de ello. (Comentario del
blog: Miren las leyes contra natura de hoy,
y digan si no es verdad lo que este padre dice cien años atrás, miren
cuales son las instituciones que las impulsan en todos los estados, a quienes
obedecen estas instituciones.)
Tales eran las resoluciones tomadas en un
Convento celebrado el 11 de junio de 1879; “Es
necesario descristianizar a Francia por todos los medios posibles pero, sobre
todo, estrangulando al catolicismo, poco a poco; cada año, con leyes nuevas
contra el clero, hasta llegar al cierre de las iglesias”. (Comentario del blog: “Cierre de las
iglesias en Francia”, toda una profecía)
Para engañar a los
hombres de bien, la masonería oculta sus propósitos bajo las rimbombantes
palabras de secularización, laicización, y da como pretexto de sus leyes la
libertad de conciencia.
1º) Ya
hemos visto que el Estado debe ser cristiano, reconocer a Jesucristo por Rey, a
la Iglesia por Madre y al Evangelio por norma de las leyes. La
masonería quiere que el Estado sea ateo y completamente hostil a la Iglesia. Ha secularizado en muchas naciones los
poderes públicos, proclamando el ateísmo oficial con la supresión de la ley del
domingo, de las rogativas públicas y aun de las procesiones. Todo acto público
de religión es mirado por ella como un crimen, que lo hace indigno de los
favores del Estado.
2º) La escuela debe ser cristiana y
enseñar a los niños la religión bajo la vigilancia de la Iglesia. La masonería seculariza las escuelas para hacer de ellos
el seminario del librepensamiento: no más oraciones, no más catecismo, no más
profesores religiosos, no más crucifijos. La
enseñanza privada Católica es combatida, cuándo no suprimida, en todas partes
donde ella prevalece.
3º) El ejército en
España, en Inglaterra, en América (Estados Unidos), asiste formado todos los
domingos a los divinos oficios públicos. La francmasonería, en Francia prohíbe
al ejército entrar formando en las iglesias y suprime los capellanes militares…
(1900)
4º) La legislación que reglamenta la
familia debe ser conforme al Evangelio; La francmasonería descristianiza la
familia con la ley del matrimonio civil y del divorcio.
5º) La Iglesia debe intervenir en las
grandes circunstancias de la vida: nacimiento, muerte, funerales. La
francmasonería seculariza todos estos actos: de ahí nacimientos sin bautismos,
multiplicación de fiestas profanas, muerte sin sacerdote, entierros civiles…
6º) Hasta nuestros días se dejaba a la
Iglesia el cuidado de ejercer la caridad pública: ella había fundado por todas
partes hospicios, asilos de huérfanos, etc. La masonería expulsa al sacerdote
de las comisiones administrativas y a las religiosas de los establecimientos de
caridad. Los pobres, los enfermos, los administradores, piden por doquiera
religiosas; la secta se opone inexorablemente a estas demandas… Antes de dejar
en esas casas un rastro de religión, prefiere que se hundan.
7º) La Iglesia tiene derecho de
establecer órdenes religiosas para conseguir su fin con mayor facilidad. La
masonería, pisoteando los derechos de la Iglesia, hace una guerra sin cuartel a
las órdenes religiosas. En 1.880, en Francia, expulsó de sus casas a diez mil
religiosos, cerró sus capillas, les obligó al servicio militar, les negó el
derecho de enseñar y los vejó con impuestos injustos. Más tarde ha llegado a la
expulsión total más inicua. A ellos se debe la expulsión de los Jesuitas de
toda América.
8º) La Iglesia, sociedad
independiente, tiene el derecho de gobernarse a sí misma… La francmasonería
cuando consigue influir eficazmente en el gobierno, abusa del Concordato;
dificulta al Papa la elección de los obispos, a los obispos la de los curas;
suprime la libertad de los Concilios; roba el sustento a los curas los persigue
sin razón ante los tribunales y trata de acabar con el sacerdocio enviando a
los seminaristas a los cuarteles.
9º) La Iglesia tiene el derecho de
poseer los bienes temporales necesarios para su subsistencia, y sus bienes son
sagrados porque pertenecen a Jesucristo; es la única que tiene derecho de
administrarlos; privarla de ellos es un robo y un sacrilegio. La masonería,
siempre que le es dado, pone la mano en la administración de los bienes de la
Iglesia y trabaja por confiscarlos, sin reparar en injusticias ni infamias.
La francmasonería se propone alcanzar en las
naciones Católicas la destrucción completa de las órdenes religiosas, la
supresión del presupuesto de culto, la clausura de las Iglesias con leyes
opresivas para la interdicción de
todo culto, en una palabra; la supresión de la Iglesia en el Estado.
Con ello llegaría a
realizarse el programa del americano A. Pike,
jefe supremo de la masonería: “La descristianización del país por el librepensamiento”.
Se agrava la infamia de
esta guerra con la circunstancia de que viene, en último término, a hacer sus
víctimas a los pobres y a los pequeños, de los cuales la Iglesia es la
protectora natural. ¿Quién sufre las
consecuencias de la persecución religiosa en las escuelas? ¿Es acaso el rico,
que tiene medios para hacer educar a su hijo donde mejor le parezca? No;
para él, cuya pensión necesita el Estado, ¡conserva
los capellanes en los Liceos! Es el obrero, el campesino, obligado a enviar
a su hijo a las escuelas públicas, aun cuando en ella no se dé la enseñanza
religiosa que él demanda.
¿Quién sufre a causa de la determinación
monstruosa que se llama, secularización de los hospitales? ¿Es el rico? No
él puede llamar a una religiosa junto a su lecho o al de los suyos para que los
cuide. Es el pobre, obligado a ingresar en ese hospital de donde han expulsado
a las Hermanas que él pide en vano.
¿Quién
sufre las persecuciones fiscales enderezadas contra las congregaciones? Los
huérfanos, los enfermos, los ancianos, cuyo patrimonio se empobrece de día en
día. Y estos huérfanos, estos enfermos, estos ancianos ¿por quién serán acogidos el día de la destrucción completa de las
congregaciones?… Son hechos estos que debieran abrir los ojos hasta a los
ciegos. Se necesita un odio satánico, el odio del judío contra el cristiano, o
del burgués egoísta, para perpetrar semejantes crímenes: ¡Lo que sobrepuja a este odio es la estupidez de los cristianos que
votan por los francmasones y sus amigos!
“LA RELIGIÓN DEMOSTRADA” Padre A. HILLAIRE.
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