jueves, 10 de octubre de 2024

María reina sobre los poderes de las tinieblas. Año 1908.

 





La Virgen María enemiga de Satanás, y de la secta satánica llamada “Masonería”

 

En nuestros días no se ataca sólo un punto del dogma, sino toda la fe, todo el Decálogo, todo el Evangelio, toda la religión revelada y natural. Ésta no es la vieja herejía que conservó parte del “Credo”; ni siquiera es deísmo; ¡Es el ateísmo, es la acumulación de todos los errores juntos! Satanás se convierte hoy en perseguidor: dondequiera que puede oprimir las conciencias, mata la libertad. Él arroja barro a todo lo que es más precioso y sagrado para nuestro corazón.

 

Y para realizar con mayor seguridad su obra de odio, Satanás ha dado origen a una secta, a la que anima con su espíritu; es una secta verdaderamente infernal llamada “MASONERÍA”, fundada por los discípulos de Satán. Una logía masónica Varsovia, llamada “Pensamiento Independiente”, blasfema contra la Divinidad de Cristo y la Inmaculada Virgen María. En el pasado, cuando la Iglesia condenaba una herejía, el clero y el pueblo la maldecían. ¡Hoy, hermanos, maldigamos con valentía esta gran herejía satánica, llamada masonería!

 

Escuchemos lo que dice San Juan en el Apocalipsis. Cuando habla sobre “La Bestia” que surge de la tierra firme (El Falso profeta) y de la bestia de mar (El Anticristo). Satanás es el dragón apocalíptico, y bien podemos decir que la masonería es su instrumento en la tierra. San Juan dice: El dragón le dio un poder terrible, “El dragón le dio su poder y gran autoridad”. Sus seguidores y admiradores, dicen: ¿Quién como la bestia? ¿Y quién podrá luchar contra ella? Bien podemos decir, que estás palabras de Juan se pueden aplicar a la masonería, es la bestia de la tierra que recibe el poder del dragón, Satanás, a quién adoran los masones.  Hermanos, ¿no son éstas las prefiguraciones de nuestros días? ¿No es la masonería como una deidad monstruosa, temida por los católicos timoratos, a quien los ateos llevan incienso? ¿No creó acaso, masonería una religión, y un culto a Satanás? ¿No exclaman sus adoradores con confianza exagerada: ¿Quién es como nuestra secta? ¿Quién podrá resistirla? ¡Quiere reinar y reinará! Quiere matar a Dios, a su Cristo, a la Santísima Virgen, y a la Iglesia Católica en los corazones de los hombres, y lo están logrando en muchas almas!

 

¡Esta es “La Bestia”! “Y abrió su boca, dice San Juan, para blasfemar contra Dios, para blasfemar de su nombre y de su templo”. El templo de Dios es la Iglesia, porque tiene la gracia de Dios, que da al mundo. El papado es el templo de Dios, porque tiene la verdad infalible de Dios, que da al mundo. El santuario de Dios es la santísima Eucaristía, porque contiene el Cuerpo de Dios y lo entrega al mundo. La Virgen Inmaculada es templo de Dios, porque llevó en su seno la Palabra de Dios y la entrega al mundo. Contra estos templos se levanta esta voz de Satanás, el Dragon, y las logias lo secundan en estas blasfemias, como la bestia que recibe del dragón.

 

Y como no es fácil atacar a Jesús y María que están en el cielo, la bestia vuelve su furia sobre Sus fieles servidores en la tierra. Donde puede los encarcela y los mata; y cuando no puede hacerlo, al menos los arruina: “Nadie, dice San Juan, puede comprar ni vender, excepto el que tiene la marca o el nombre de la bestia”. ¿No es ésta nuestra historia? ¿Quién persigue a la Iglesia de Dios hoy? ¿Quién muestra la intolerancia de la forma más terrible? ¿Quién crucifica nuevamente a cristo,  en nombre de una la falsa libertad? ¿Cómo Cristo en el Gólgota, así sufra la iglesia hoy? ¿Quién piensa en privar a los católicos de todo para que no puedan conseguir ni un pedazo de pan, quién llena las cárceles con ellos? La Bestia (de la tierra) –  la ¡Masonería!

 

¡Es cierto que en todas las naciones y sociedades cristianas de Europa y otras partes del mundo civilizado se colocan minas secretas que, en el momento conveniente, a una señal determinada, harán estallar el sistema de sociedades existente! Hoy en día, Francia se expone demasiado a las conspiraciones y las ambiciones de las logias masónicas. Por lo tanto, maldición a la bestia, y a sus seguidores.

 

Hermanos, los católicos invocamos a la Inmaculada Virgen María, le cantamos ¡Ave Reina! ¡Dios mío, eso no es suficiente! Tratemos a María como los súbditos fieles tratan a su reina cuando los rebeldes la atacan: ¡ofrezcámosle nuestras armas para defenderla! No la insultemos con sólo orar y gritarle: “¡Hosanna a la Hija de David!” para abandonarla más tarde como los judíos abandonaron a su Hijo, al que acababan de proclamar rey en las calles de Jerusalén. Sí, queridos, hoy postrémonos de rodillas ante María en humilde oración, proclamémosla reina del universo, pero mañana, ¡mañana a las armas! ¡Demostrémonos caballeros dignos de María, y no simples llorones temblorosos, como desgraciadamente hay muchos en nuestros días! Organicémonos en regimientos, en el ejército de Jesús y María; juremos ante Dios nuestro Rey, Cristo y su Divina Madre, que dondequiera que nos encontremos con la bestia de la Masonería, la combatiremos con las vísceras abiertas: en los hogares, en las asociaciones de trabajadores, en la prensa, en la literatura, en las reuniones sociales, en las asambleas nacionales. Y así como antes, así como ahora, nuestra Reina triunfante, nos dará la victoria a nosotros, a sus hijos, y a la Iglesia de su Hijo!

 

En las batallas con los enemigos de Jesús y María, en las batallas que Satanás y su bestia, la Masonería, están librando contra nosotros y la Iglesia de Cristo, depositemos una confianza ilimitada en Aquel que, como Su Divino Hijo, nos llama: Tened fe, he derrotado a Satanás y sus aliados a lo largo de la historia de la Iglesia, ¡hoy lo venceré! ¡Y lo derrotaré por medio de vosotros, fieles pero débiles instrumentos de mi gloria terrenal!

 

¡Oh gloriosísima Reina del cielo y de la tierra, aquí estamos Tus siervos e hijos, aquí estamos Tus caballeros, nos arrodillamos al pie de Tu trono, suplicando misericordia para nosotros y para la Iglesia! Ven, oh, ven a nuestro rescate con Tu ayuda todopoderosa, para que celebremos Tus triunfos en la tierra lo más pronto posible, y luego en la patria de los eternos vencedores, glorifiquemos el Nombre de nuestro Rey Jesús y Tu Nombre, Reina del Cielo. Amén.

 

Padre Józef Stanisław Adamski. S.I.  1908.

 



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