sábado, 20 de julio de 2019

La influencia judía en la Francmasonería – Por León de Poncins (parte 2 de 2) final de la publicación.





   Podemos resumir los argumentos que aduce cada teoría, de este modo:

Primera Teoría.

   Los occidentales, la civilización cristiana, hubieran sido incapaces de esta creación, pues la sociedad secreta es la manifestación de una mentalidad oriental y anticristiana; luego la perfección de la organización masónica prueba que sus fundadores tenían gran experiencia de las sociedades secretas. La universalidad de la Francmasonería, su duración, su estabilidad de fin, que explican si es una creación judía, que sirve a los intereses judíos, llegaría a ser incomprensible si tuviera origen cristiano.

   El fin mismo de la Francmasonería, destrucción de la civilización cristiana, descubre al judío, porque es el único que puede ganar en ello, pues siente profundo odio al Cristianismo. Los símbolos y ritos masónicos son puramente judíos.

   Teniendo en cuenta el estado actual de nuestros conocimientos, esta tesis es demasiado absoluta y no corresponde a los hechos.

Segunda Teoría.

   El principal argumento de sus partidarios, es que la Historia no presenta a los judíos en los comienzos de la Francmasonería; pues no aparecen sino hacia el primer tercio del siglo XIX, y en esa época no desempeñan aún un papel primordial (* A los que interese esta cuestión, recomendamos los estudios de Copin Albancelli, Deschamps, Gougenot, Webster, Jouin, Wichtl,  Findel, etc.

   En todo caso, la cuestión tiene sobre todo un interés retrospectivo, y lo que nos importa es la situación actual: saber cómo hemos llegado a ella, es cosa secundaria. Y la situación no es dudosa.

   La judeo-masonería está al frente del movimiento revolucionario, y para muchos la preponderancia y la influencia judía en la Francmasonería parece indiscutible.

Resulta del razonamiento y de los hechos.

Demostración de la influencia judía.

Primero — POR EL RAZONAMIENTO.


   El principal argumento se resume brevemente en esto:

   La Francmasonería es una sociedad secreta. Está dirigida por una minoría internacional. Ha jurado un odio implacable al Cristianismo.

   Estos tres rasgos peculiares son los mismos que caracterizan a la Judaica, lo que prueba que los judíos son el elemento directivo de la logia.

   Sólo los judíos tienen interés en el cumplimiento de los fines masónicos.

     Dice GOUGENOT DES MOUSSEAUX, en su obra Le Juif, le Judaisme et la Judaísation des peuples, pág. 341”:   “Estas sociedades del ocultismo no tienen otro fin serio que el de las asociaciones judaicas, de las que no son más que variantes con fisonomía cuasi cristiana; porque el pensamiento que los dirige es el mismo y lo sabíamos antes que un accidente hubiese puesto en claro la correspondencia de los Nubius y de los Piccolo-Tigre; porque toda su labor se limita y toda su actividad se aplica y emplea en la propaganda de los medios que produzcan el aniquilamiento de la doctrina de Cristo en la sociedad.

   En otros términos, el objeto único de sus esfuerzos es la realización del triunfo de las ideas judaicas proclamadas bajo el nombre de (principios modernos) por Israel mismo, y cuya consecuencia es la era mesiánica por la que claman”.

   Los judíos tienen igualmente por enemigos a los que atacan a la Masonería, como a los que atacan al Judaísmo. Véase lo que sucedió al historiador inglés Webster a propósito de los protocolos (N. H. WEBSTER, The world revolution, pag, 305).

   Arturo Preuss, en su obra Estudio sobre la Francmasonería americana, pág. 180, ha demostrado que la Francmasonería tomaba, en parte, su contenido filosófico de la cábala judía. Hay entre ambas estrechas afinidades, que se pueden resumir en estas dos citas del célebre Alberto Pike. Hermano masón grado 33.

   A) “La Masonería se propone la investigación de la verdad, y ello hace que se remonte a la cábala. En este laberinto y confusión de cábala y filosofía, el iniciado encontrará la fuente de muchas doctrinas: llegará con el tiempo a comprender a los filósofos herméticos, a los alquimistas, a los pensadores de la Edad Media enemigos del Papa, Manuel Swedenborg (A. FREUSS, Etude sur la Franc-Maçonnerie américaine, pag. 180).”

   B) Todas las verdaderas religiones dogmáticas han salido de la cábala y a ella vuelven; todo cuanto hay de científico y de grande en los sueños religiosos de todos los iluminados, como Jacobo Boéhme, Swedenborg, Saint Martin y otros, está tomado de la cabala; y todas las asociaciones masónicas le deben sus secretos y sus símbolos.

Segundo — POR LOS HECHOS.

   Recordemos solamente dos hechos recientes: las revoluciones bolcheviques de Baviera y de Hungría. Los documentos publicados entonces fueron capturados por el Gobierno húngaro en los archivos de las logias masónicas de Budapest. (…) Más adelante veremos el papel de la Judeo-Masonería en la revolución bolchevique de Baviera.

   Podemos afirmar con toda certeza que hay alianza estrecha entre los francmasones y los judíos, y aunque no tengamos una prueba material absoluta, difícil de tener en cuestión tan obscura, hay un conjunto de hechos que demuestran la actual preponderancia judía en la Francmasonería.

   De todas formas, la verdadera fuerza dirigente de la Francmasonería no es inglesa, ni alemana, ni siquiera judía, porque su campo no son los cuerpos, sino los espíritus.

   Lo que más caracteriza al espíritu moderno es precisamente el principio de rebelión o de revolución, hijo natural del orgullo humano, pecado antiguo... La Francmasonería es la fiel depositaría, y diríamos la Iglesia, por excelencia, de este principio *(J. MARQUÉS RIVIÈRE, la trahison spirituelle de la Francmasonería)

   No concederíamos importancia alguna a su actitud si se contentase con “hacer política”; entonces sería un grupo que se agitaría entre otros muchos y buscaría vivir en los tiempos difíciles *(ídem).

   Mas la resistencia de la Francmasonería al tiempo, su mantenimiento perenne a través de centurias de años de vida agitada, es un fenómeno digno de notar en una obra que no quiera apoyarse en la piedra angular de la revelación divina. Tan largo pasado supone una doctrina estable y permanente, a pesar de las varias interpretaciones que le pudieron dar sus detentadores sucesivos (G. MARTIN, Manual d'histoire de la Francmasonería pag. 281.)

   Repitámoslo. Si esta secta se contentase con hacer política, se podría dejar a los partidos defenderse por sus propios medios; pero detrás de las actitudes, de las payasadas y de los banquetes, hay algo más terrible, algo que maneja los hilos de esa farándula (J. MARQUÉS RIVIÈRE, op. cit., pág. 254.)

   La Francmasonería habla de iniciativas, de espiritualidad, de misticismo, de religión, de manumisión. Entra, pues, al menos nominalmente, en el campo de la Metafísica. Ahora bien, el estudio interior de esta secta me ha demostrado que su fin principal es un singular trastrueque de los valores tradicionales que forman la piedra base de toda espiritualidad... Estoy persuadido de la existencia, no de un plan oculto, que esto sería inexacto, sino de la existencia de un pensamiento antitradicional, antiespiritual, anticristiano... Que este estado espiritual sea inconsciente, velado, imperceptible, yo soy el primero en declararlo; que pueda haber mucha buena fe, mucha buena voluntad, a veces hasta impresionante, conformes: pero esto no basta (J. MARQUES RIVIÈRE, op. cit., pág. 253.)

   Los francmasones representan, desde el punto de vista cristiano, el orgullo del hombre, el espíritu del mal, la rebelión contra Dios (GUSTAVE BORD, La Francmasonería en Francia).

   Un mundo, una doctrina, un estado espiritual, una jerarquía, una Iglesia falsa es lo que debemos huir. Los peligros son grandes, la exposición temible, y la muerte espiritual, no es aquí una frase vana (J. MARQUÉS RIVIÈRE, op. cit., pág. 252)

   La utopía del hombre que se baste a sí mismo es una forma de egoísmo monstruosa, sobrehumana, y en verdad diabólica. Sería preciso que tal sugestión, en la forma colectiva y racional que adopta en nuestros días, fuese de origen suprahumano para que se la pudiese comprender. Aquí hay un profundo misterio de iniquidad, una rebelión espiritual terrible y violenta, que pocos conocen, pero cuya borrachera ha trastornado muchas cabezas (J. MARQUÉS RIVIERE, op. cit., pág. 213.)

   Ese espíritu que brotó del Renacimiento, es el que presidió la constitución de las logias por Anderson, hijo espiritual de los antitradicionalistas. Ese espíritu imperó en la sociedad podrida del siglo XVIII, y, dueño de las conciencias populares, provocó aquellas horrendas matanzas, aquel desencadenamiento de la bestia: la revolución de 1789. Multiforme, renaciendo como el fénix de sus propias cenizas, tapándose con mil disfraces, ha reinado como un soberano sobre la civilización occidental de entonces acá (J. MARQUÉS RIVIERE, op. cit., pág. 103.)

“LAS FUERZAS SECRETAS DE LA REVOLUCIÓN”



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