Podemos
resumir los argumentos que aduce cada teoría, de este modo:
Primera Teoría.
Los occidentales, la civilización cristiana,
hubieran sido incapaces de esta creación, pues la sociedad secreta es la
manifestación de una mentalidad oriental y anticristiana; luego la perfección
de la organización masónica prueba que sus fundadores tenían gran experiencia de
las sociedades secretas. La
universalidad de la Francmasonería, su duración, su estabilidad de fin, que
explican si es una creación judía, que sirve a los intereses judíos, llegaría a
ser incomprensible si tuviera origen cristiano.
El fin mismo de
la Francmasonería, destrucción de la civilización cristiana, descubre al judío,
porque es el único que puede ganar en ello, pues siente profundo odio al
Cristianismo. Los símbolos y ritos masónicos son puramente judíos.
Teniendo
en cuenta el estado actual de nuestros conocimientos, esta tesis es demasiado
absoluta y no corresponde a los hechos.
Segunda Teoría.
El principal argumento de sus partidarios,
es que la Historia no presenta a los judíos en los comienzos de la Francmasonería;
pues no aparecen sino hacia el primer tercio del siglo XIX, y en esa época no
desempeñan aún un papel primordial (* A
los que interese esta cuestión, recomendamos los estudios de Copin
Albancelli, Deschamps, Gougenot, Webster, Jouin, Wichtl, Findel, etc.
En
todo caso, la cuestión tiene sobre todo un interés retrospectivo, y lo que nos
importa es la situación actual: saber cómo hemos llegado a ella, es cosa
secundaria. Y la situación no es dudosa.
La judeo-masonería
está al frente del movimiento revolucionario, y para muchos la preponderancia y
la influencia judía en la Francmasonería parece indiscutible.
Resulta
del razonamiento y de los hechos.
Demostración de la influencia judía.
Primero — POR EL RAZONAMIENTO.
El principal argumento se resume brevemente
en esto:
La Francmasonería es una sociedad secreta.
Está dirigida por una minoría internacional. Ha jurado un odio implacable al
Cristianismo.
Estos tres rasgos
peculiares son los mismos que caracterizan a la Judaica, lo que prueba que los
judíos son el elemento directivo de la logia.
Sólo los judíos tienen interés en el
cumplimiento de los fines masónicos.
Dice “GOUGENOT DES
MOUSSEAUX, en su obra Le
Juif, le Judaisme et la Judaísation des peuples, pág. 341”: “Estas sociedades del ocultismo no tienen otro fin serio que el de las
asociaciones judaicas, de las que no son más que variantes con fisonomía cuasi
cristiana; porque el pensamiento que los dirige es el mismo y lo sabíamos antes
que un accidente hubiese puesto en claro la correspondencia de los Nubius y de los
Piccolo-Tigre; porque toda su labor se limita y toda su actividad se
aplica y emplea en la propaganda de los medios que produzcan el aniquilamiento
de la doctrina de Cristo en la sociedad.
En otros términos, el objeto único de sus
esfuerzos es la realización del triunfo de las ideas judaicas proclamadas bajo
el nombre de (principios modernos) por Israel mismo, y cuya consecuencia es la
era mesiánica por la que claman”.
Los judíos tienen igualmente por enemigos a los
que atacan a la Masonería, como a los que atacan al Judaísmo. Véase lo que
sucedió al historiador inglés Webster a propósito de los protocolos (N. H. WEBSTER,
The world revolution, pag, 305).
Arturo Preuss, en su obra Estudio sobre la Francmasonería americana, pág.
180, ha demostrado que la Francmasonería tomaba, en parte, su contenido
filosófico de la cábala judía. Hay entre ambas estrechas
afinidades, que se pueden resumir en estas dos citas del célebre Alberto Pike.
Hermano masón grado 33.
A) “La
Masonería se propone la investigación de la verdad, y ello hace que se remonte
a la cábala. En este laberinto y confusión de cábala y filosofía, el iniciado
encontrará la fuente de muchas doctrinas: llegará con el tiempo a comprender a los
filósofos herméticos, a los alquimistas, a los pensadores de la Edad Media
enemigos del Papa, Manuel Swedenborg (A. FREUSS, Etude sur la
Franc-Maçonnerie américaine, pag. 180).”
B) Todas las verdaderas religiones
dogmáticas han salido de la cábala y a ella vuelven; todo cuanto hay de
científico y de grande en los sueños religiosos de todos los iluminados, como Jacobo Boéhme,
Swedenborg,
Saint
Martin y otros, está tomado de la cabala; y todas las asociaciones masónicas le deben sus secretos y sus símbolos.
Segundo — POR LOS HECHOS.
Recordemos solamente dos hechos recientes:
las revoluciones bolcheviques de Baviera y de Hungría. Los documentos publicados
entonces fueron capturados por el Gobierno húngaro en los archivos de las
logias masónicas de Budapest. (…) Más adelante veremos el papel de la Judeo-Masonería
en la revolución bolchevique de Baviera.
Podemos afirmar con toda certeza que hay
alianza estrecha entre los francmasones y los judíos, y aunque no tengamos una
prueba material absoluta, difícil de tener en cuestión tan obscura, hay un
conjunto de hechos que demuestran la actual preponderancia judía en la
Francmasonería.
De todas
formas, la verdadera fuerza dirigente de la Francmasonería no es inglesa, ni
alemana, ni siquiera judía, porque su campo no son los cuerpos, sino los
espíritus.
Lo que más caracteriza al espíritu moderno
es precisamente el principio de rebelión o de revolución, hijo natural del orgullo
humano, pecado antiguo... La Francmasonería es la fiel depositaría, y diríamos
la Iglesia, por excelencia, de este principio *(J. MARQUÉS RIVIÈRE, la trahison spirituelle de la Francmasonería)
No concederíamos importancia alguna a su
actitud si se contentase con “hacer política”; entonces sería un grupo que se
agitaría entre otros muchos y buscaría vivir en los tiempos difíciles *(ídem).
Mas la resistencia de la Francmasonería al
tiempo, su mantenimiento perenne a través de centurias de años de vida agitada,
es un fenómeno digno de notar en una obra que no quiera apoyarse en la piedra
angular de la revelación divina. Tan largo pasado supone una doctrina estable y
permanente, a pesar de las varias interpretaciones que le pudieron dar sus
detentadores sucesivos (G. MARTIN, Manual d'histoire de la Francmasonería pag.
281.)
Repitámoslo. Si esta secta se contentase con
hacer política, se podría dejar a los partidos defenderse por sus propios
medios; pero detrás de las actitudes, de
las payasadas y de los banquetes, hay algo más terrible, algo que maneja los
hilos de esa farándula (J. MARQUÉS RIVIÈRE, op. cit., pág. 254.)
La Francmasonería habla de iniciativas, de
espiritualidad, de misticismo, de religión, de manumisión. Entra, pues, al
menos nominalmente, en el campo de la Metafísica. Ahora bien, el estudio interior de
esta secta me ha demostrado que su fin principal es un singular trastrueque de
los valores tradicionales que forman la piedra base de toda espiritualidad... Estoy persuadido de la existencia, no de un plan oculto,
que esto sería inexacto, sino de la existencia de un pensamiento
antitradicional, antiespiritual, anticristiano... Que este estado
espiritual sea inconsciente, velado,
imperceptible, yo soy el primero en declararlo;
que pueda haber mucha buena fe, mucha buena voluntad,
a veces hasta impresionante, conformes: pero esto no
basta (J.
MARQUES RIVIÈRE, op. cit., pág. 253.)
Los francmasones
representan, desde el punto de vista cristiano, el orgullo del hombre, el
espíritu del mal, la rebelión contra Dios (GUSTAVE BORD, La
Francmasonería en Francia).
Un mundo, una
doctrina, un estado espiritual, una jerarquía, una Iglesia falsa es lo que
debemos huir. Los peligros son grandes, la exposición temible, y la muerte
espiritual, no es aquí una frase vana (J. MARQUÉS RIVIÈRE, op. cit.,
pág. 252)
La utopía del
hombre que se baste a sí mismo es una forma de egoísmo monstruosa, sobrehumana,
y en verdad diabólica. Sería preciso que tal sugestión, en la forma
colectiva y racional que adopta en nuestros días, fuese de origen suprahumano para
que se la pudiese comprender. Aquí hay un profundo
misterio de iniquidad, una rebelión espiritual terrible y violenta, que pocos conocen,
pero cuya borrachera ha trastornado muchas cabezas (J. MARQUÉS
RIVIERE, op. cit., pág. 213.)
Ese espíritu que brotó del Renacimiento, es
el que presidió la constitución de las logias por Anderson, hijo espiritual de los
antitradicionalistas. Ese espíritu imperó en la sociedad podrida del siglo
XVIII, y, dueño de las conciencias populares, provocó aquellas horrendas matanzas,
aquel desencadenamiento de la bestia: la revolución
de 1789. Multiforme, renaciendo como el fénix de sus propias cenizas,
tapándose con mil disfraces, ha reinado como un soberano sobre la civilización
occidental de entonces acá (J. MARQUÉS RIVIERE, op. cit., pág. 103.)
“LAS
FUERZAS SECRETAS DE LA REVOLUCIÓN”
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